Viste como una rockera, canta con huracanada hondura y sin diluir la esencia le da al flamenco personales ambientes, colores y texturas. Hablo de Rosario La Tremendita y concretamente de su actuación del jueves en el festival Flamenco Zaragoza, basada en, aunque diferente de, Delirium Tremens, su disco más reciente. Tremenda Tremendita, rajo y furia, a la búsqueda de la diferencia, indagando, encontrando salidas y convenciendo hasta a los espectadores más aparentemente ortodoxos.

Salven ustedes todas las distancias salvables e imagínense al Nick Cave más perturbador haciendo flamenco. ¿Sí? Pues eso es en directo Rosario La Tremendita: un Nick Cave del compás, una cantaora de tormenta, un animal escénico que rompe la escena. ¿Flamenca? Sin duda: se explica por abandolao, romance, rumba, serrana, mariana, levante, soleá… e incluso pasodoble despendolao. Rosario canta, y toca la guitarra y el bajo y el sintetizador, y le arropan Juanfe Pérez (contrabajo y bajo eléctrico con octavador) y Pablo Martín Jones (percusión y programaciones). Y con esas herramientas construye una propuesta que juega con los parámetros del rock, del jazz psicodélico y del electro-jazz, de los aires morunos, del pop modelo Las Grecas, de la electrónica… Un cosmos sonoro no lineal que salta de una atmósfera a otra, que cambia de desarrollo dentro de la misma canción, de la misma forma que la voz se muestra en diferentes registros y modos armando cada pieza en una suerte de work in progress.

Flamenca por todos los poros, La Tremendita no está ni por la deconstrucción ni por la reconstrucción: lo suyo es el grito y el susurro de lo jondo, pero dicho de la manera que más le gusta porque el sentido, amigos, no está en la forma sino en el contenido. Ese que La Tremendita amasa y cocina con garbo y talento.

La zaragozana Sherezade Perea abrió la velada, acompañada por Jorge San Nicolás (guitarra) y Darío Bernad (percusión). Tiene Sherezade voz larga y estilo, pero le falta control; es decir, muchas noches (quizá no mil, como la protagonista de la famosa recopilación de cuentos orientales) de escenario. Y, ya de paso, un lenguaje musical propio que evite comparaciones, pues es arriesgado cantar los mismos tarantos que Camarón, las misma granaína que Mayte Martín, la misma soleá y los mismos tangos que Estrella Morente y las mismas bulerías que Lole (Lole y Manuel). Alegrías y el bolero Corazón loco completaron el programa. Sherezade canta bonito; cuando administre bien esa belleza asentará su arte.