"Uno está quieto / y la vida le atraviesa. / Dulce o amarga. / Un mal día / hay un de repente, / porque cada ángel tiene / su terremoto". El texto de Pilar Perla pone letra a la música de las esferas de cristal que la artista Susana Vacas despliega por la sala. Y a las fotografías de ángeles que Pipa Alvarez ha captado en los áticos urbanos. Y a los vídeos-ventana de Fernando Vera insistiendo sobre los cielos.

Los cuatro han unido sus esfuerzos en la exposición instalación titulada A pesar de todo , que desde ayer se muestra en la sala Juana Francés de la Casa de la Mujer, inaugurada por la concejala de Acción Social, Carmen Gállego, que estaba acompañada por el edil Miguel Angel Gargallo.

"Todo parte de un accidente doméstico --declara Susana Vacas-- al que le dimos la vuelta. Decidimos empezara trabajar girando y sacando experiencias nuevas de aquel suceso". Nadie revela qué ocurrió, pero los tres artistas pusieron manos a la obra: "Plásticamente las figuras empiezan a ser mutiladas y encerradas en cajas. Empezamos a trabajar en exterior las fotografías, empiezan a volar y Fernando Vera prueba en vídeo sobre esas figuras", señalan.

Pilar Perla aclara que "una vez ocurrido el suceso y pasado por el hospital, puede la persona o hundirse con lo que le haya pasado o superarlo". Y escribe que no hay que dejarse engañar, porque lo que parece hermético está abierto "a todo: A la parálisis y el hundimiento / o a la voltereta a partir de la cual / empezar el movimiento que / atraviese el aguacero de la vida. / Llevar la contraria: volar".

Unos ángeles fieramente humanos abren los brazos en contrapicados sobre el cielo, según la mirada de Pipa Alvarez. "Empecé a trabajar sobre el material estético que me había pasado Susana. Estamos con ángeles, hablamos de cómo un ángel al final sale de su cárcel y vuela" señaló. Fernando Vera, que es autor de cine argumental, confesaba a su vez que "los tuve en casa bastante tiempo, pensando dónde y cómo grabarlos. Al final usé diferentes colores y texturas para expresar la idea".

Porque en realidad, esa resistencia a concretar qué accidente fue aquel o quién pudo sufrirlo y superarlo deja abierta la puerta a una parábola universal: "Pero no soy yo. Somos todos / Os invito, pues, a pasar a mi interior y al vuestro... Ahora soy desmontable... la pérdida es hallazgo / el límite, principio / (la trapecista, público) / ...Porque cada terremoto tiene su ángel.".