El sello Seix Barral acaba de reeditar Tres tristes tigres, del cubano Guillermo Cabrera Infante, en el 50º aniversario de su publicación, allá cuando ganó el premio Biblioteca Breve.

Volver a leer hoy este prodigioso texto equivale a retornar a los inicios del llamado boom, a los felices años sesenta, cuando la literatura hispánica se rebeló contras las tradiciones decimonónicas y contra el realismo y el naturalismo del siglo XX para emprender por su cuenta un viaje a las vanguardias.

La Habana, tan celebrada y cantada por los grandes narradores cubanos como ignorada o preterida ha sido la capital, Santiago, esa Habana de Lezama Lima, aquella de Carpentier, la otra de Fidel Castro (con quien Cabrera tuvo de todo, hasta que partió para su exilio londinense) es la protagonista indiscutible de Tres tristes tigres.

Los personajes que en ella aman y sueñan, ríen y buscan algo parecido a la felicidad son mil por mil habaneros, hablan como tales, se comportan como cubanísimas sombras del trópico luminoso e inundado por el fulgor de las palabras y frases de Cabrera Infante, sus metáforas, sus juegos, dobles sentidos, aliteraciones, incursiones en el argot, en el spanglish, en el alma torturada de bailarines y músicos que actuaban en el Capri y en otros cabarets y de reinas y reinonas que cantaban boleros. El escritor permite que el lenguaje fluya en un aparente automatismo mental, siendo, en realidad, que el arte desmesurado de su prosa está regulado, medido, que la sinfonía tiene principio y fin, temas, estribillos, y que la novela como tal se queda, permanece, aunque un tanto oculta, en este trigal de tristes tigres (siendo que en La Habana no han trigales ni grandes felinos).

Un texto, un libro para desatarse como lector y permitir que el alma musical del castellano teñido de orisas y trompetas inunde nuestros oídos y refresque nuestra mente con dulzura, simpatía y complicidad, como cuando felizmente hablamos en las esquinas de las cosas de la vida, como cuando gratamente el amor surge de las palabras como una fuente de agua fresca.

En esta edición conmemorativa, imprescindible, se incluyen algunos textos nuevos y el expediente de la censura franquista, tan hilarante hoy como amenazante entonces, en aquellos años sesenta tan felices en casi todo el mundo, menos en la españa de Franco. H .