El 8 de julio de 1932 Tomás Seral y Casas se presentó a Ildefonso Manuel Gil para convencerle de la necesidad urgente de editar una revista literaria que rompiera la atonía cultural de Zaragoza. Al día siguiente, después de trazar el plan de la revista a la que llamarían Noreste, salieron con la escritora Maruja Falena a pasar la tarde en un merendero popular al aire libre.

Ildefonso Manuel Gil recordaba que Falena se presentó vestida muy elegante con una enorme pamela que causó auténtica sensación cuando entraron en la pista de baile. Ya sentados, les enseñó fotografías de su perro-lobo que ladraba furiosamente a los niños vestidos de primera comunión. Seral no tenía dudas de que el perro de Falena era un perro surrealista. A continuación, tal como habían previsto, solicitaron a la escritora su colaboración en la futura revista con algunos poemas. Maruja Falena abrió su bolso y sacó varias cuartillas escritas, y allí mismo eligieron dos poemas: El principio y ¡Soy... lo que no soy!, primeros originales del Primer cartel lírico del Noreste, que apareció en otoño de 1932, editado por Tomás Seral y Casas, Ildefonso Manuel Gil y Antonio Cano.

De Maruja Falena, cuyo verdadero nombre era María Ferrer Llonch (Zaragoza, 1905-Madrid, 199?), apenas se sabe nada más allá de la relación cómplice, y sentimental, que mantuvo con Seral y con el grupo de amigos en torno a iniciativas culturales que aquel alentó en Zaragoza, como Noreste; y sus colaboraciones en revistas como Ágora o Isla . Pese a todo, el poema ¡Soy... lo que no soy! es su mejor autorretrato: «¡Soy lo que no soy! / porque soy incierta, /soy arcilla viva con el alma muerta».

Nuevos poemas de Maruja Falena, Ingerencia, Punto y aparte y Rumbos, se publicaron, respectivamente, en el Segundo, Tercer y Cuarto Cartel lírico del Noreste a lo largo de 1933. El interés de Seral por las artes plásticas le animó a cambiar el título de la revista que pasó a denominarse, del número 5 hasta el 7, Cartel de Letras y Artes del Noreste, en cuya edición colaboró Raimundo Gaspar. Y conforme la revista avanzaba en su trayectoria, las obras realizadas por las mujeres tuvieron mayor presencia. En el Quinto Cartel publicó Carmen Conde y se anunció su libro Júbilos con ilustraciones de Norah Borges. El sexto, se abrió con la pintura Corbeau et excrements de Maruja Mallo. En el séptimo publicaron María Cegarra Salcedo, Mª Dolores Arana y se comentó el libro Rosa fría, patinadora de la nieve de Mª Teresa de León, ilustrado por Alberti.

SERAL, ÚNICO EDITOR

A partir del núnero 8, y hasta la última entrega, la 14, en primavera de 1936, con Seral como único editor, la revista se titula Noreste. En el 9, además de la ilustración del Autorretrato de Menchu Gal, encontramos la siguiente nota: «Heroínas españolas modernas son las mujeres que desafían la desapacibilidad del actual vivir, consagrándose a una gimnasia espiritual que produce frutos sólidos y duraderos. Como las artes y la poesía se enriquecen cuanto que se alegran con sus aportaciones, creímos procedente ofrecerles un sencillo homenaje en nuestras páginas [...]».

Y tal como se anunció, el número 10 de Noreste (primavera de 1935) fue un homenaje a las mujeres heroínas de vanguardia. Atendieron a su llamada las escritoras Mercedes Ballesteros, Carmen Conde, María Luisa M. de Buendía, Elena Fortún, Margarita de Pedroso, Juana de Ibarbourou, Rosario Suárez-Castiello, Josefina de la Torre, María Cegarra Salcedo, María Dolores Arana, María Teresa Roca de Togores, Maruja Falena, Ruth Velázquez. Y las artistas Menchu Gal, Rosario Suárez-Castiello, Rosario de Velasco, Ángeles Santos, Norah Borges y Dionisia Masdeu, en cuyo taller, que compartía con Maruja Falena, se constituyó un té literario donde Seral presentó los Cuadernos de Poesía de Ediciones Cierzo que dirigía: Canciones en azul de Mª Dolores Arana, Rumbo de Maruja Falena, y su Cadera del insomnio. Entre los poemas y las reproducciones de pinturas, algunas reflexiones salpicaron el monográfico: «Pero, ¿qué vamos a exigir al pintor español? Si escribir, es llorar, pintar ¿no es morirse? Nada sé de pintura, pero algo sé de heroísmo. Estos hombres son, ante todo héroes. ¿Y qué diremos de las mujeres?». Asimismo, las diferentes secciones se centraron en las creaciones de mujeres. Seral comentó los libros de poemas Canciones en azul de Mª Dolores Arana; su Cadera del insomnio, con viñeta de Maruja Mallo; el ensayo Vidas de celuloide de Rosa Arciniega, y el poemario de Ruth Velázquez, Sol de la noche, que prologó Ramón.

Y se anunció que en los primeros días de mayo se celebraría en la Librería Internacional de Zaragoza una exposición de dibujos y libros de las mujeres creadoras que habían colaborado en el monográfico. De la exposición en la librería, que en realidad fue el montaje de su escaparate con el reclamo: Homenaje de Noreste a las heroínas españolas, deja constancia la fotografía que lo documenta en el n. 11 de Noreste (verano de 1935) en el que publicaron Concha Méndez, Maruja Falena, María Cegarra y Marina Romero. El espectáculo plástico-musical Clavileño de Maruja Mallo protagonizó la sección de artes plásticas.

CAMBIO DE NÚMERO POR ERROR

El número 13 de Noreste (invierno de 1936) apareció por error como 14. En sus páginas, poemas de Mª Luisa Muñoz de Buendía y Marina Romero. Además de anunciar el concierto que Pilar Bayona daría en Zaragoza, Seral informó de la reciente constitución en la ciudad de un Ateneo Popular cuyo propósito era estimular la vida intelectual con la creación de una biblioteca, la organización de un grupo teatral y un programa de sesiones de Cine-Club. Entre los firmantes, Maruja Falena. En la primavera de 1936 apareció el último número de Noreste. María Zambrano publicó un fragmento de su novela Desde entonces. Y Seral anunció eufórico que Maruja Mallo expondría en Zaragoza, a iniciativa de Noreste, las obras que había presentado en el Centro de la Construcción de Madrid. El estallido de la Guerra Civil arrasó con todo menos con su memoria. Cuando en marzo de 1949 Seral volvió a hacerse cargo de la colección Artistas Nuevos, que había iniciado en 1948, dedicó el primer cuaderno, una elegía emocionada, al amigo y estrecho colaborador Federico Comps, fusilado por los sublevados en los primeros días de la guerra. En octubre de 1949 el cuaderno Maruja Mallo. Arquitecturas recuperaba editorialmente el proyecto de la exposición de la artista en Zaragoza, que no pudo ser.