El cineasta Sergio Caballero, codirector del festival Sónar, plantea una propuesta esencialmente artística en su segunda película, La distancia, que ayer presentó en la sección oficial competitiva del Festival de Cine Fantástico de Sitges.

La distancia, que mezcla el género del suspense con la ciencia ficción, utilizando toques de humor surrealista, narra la historia de un trío de enanos rusos con poderes sobrenaturales que reciben el encargo de robar en una central térmica abandonada de Siberia.

Caballero, consciente de que no ha hecho una superproducción destinada a las grandes salas comerciales, explicó que "un filme con tres enanos que hablan por telepatía en atmósferas extrañas solo podía estrenarse en Sitges". Y es que su filme trata sobre un robo, pero "lo importante no es el tema de que trata, sino cómo lo aborda", y en ese matiz gana relevancia "el lugar visual y sonoro, con una banda sonora de Pedro Alcalde, que no es la banda sonora al uso de partitura".

Para Caballero, el escenario, esa central térmica abandonada de Aliaga, donde se rodó, localizada en un paraje desolado de Teruel y que en su tiempo fue la central más grande de España, es "un actor más del filme, y el perfecto complemento a unos actores, que no son profesionales, pero que hacen de sí mismos".

La mayor parte de los diálogos son en ruso, aunque los actores no hablan en la película ya que se comunican por telepatía. "El cine es un vehículo para poder expresarte y mi manera de trabajar es la misma para hacer una tortilla, música o una película", dijo.