Millones de adolescentes han crecido con la perorata de Íñigo Montoya metida en sus cabezas: «Hola, me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a morir». Tanto que se cuentan por muchos miles también los seguidores de la película en la que aparece una y otra vez esta escena. ¿Pero de qué producción estamos hablando? Si a estas alturas todavía no lo sabe, le aclararé que de La princesa prometida, una película estadounidense estrenada en 1987 (basada en el libro homónimo de 1973, escrito por William Goldman) sin muchas expectativas que ha acabado convirtiéndose casi en un mito desde sus primeros días. Y es que no fue un gran éxito de público ya que solo recaudó en la taquilla estadounidense el doble de los 15 millones de dólares que costó su producción pero, a día de hoy, es una película de culto.

La película (Mandy Patinkin es Íñigo Montoya) comienza con un anciano (Peter Falk) que decide contarle un viejo cuento a su nieto (Fred Savage), ya que está enfermo. Aunque al principio el niño se aburre con la historia, pronto empezará a interesarse más y más por ella.

El relato cuenta cómo la joven Buttercup (Robin Wright) pasa sus días en en su granja del reino de Florin. Allí conoce a Westley (Cary Elwes), un mozo de caballerizas al que siempre intenta enojar ordenándole tareas. Los muchachos crecen y pronto se enamoran perdidamente. Un día Westley abandona el reino para ganar dinero y así poder casarse con la bella muchacha, pero el banco en el que guarda su dinero es atracado por un terrible pirata. Buttercup piensa que su amado ha muerto a manos del villano, por lo que se compromete con el malvado príncipe Humperd... y se desata la acción que no desvelaremos aquí.

Ahora más de 30 años después de que se estrenara La princesa prometida, los Palafox han decidido recuperarla y proyectarla en pantalla grande en versión original subtitulada en castellano. Será mañana en una única sesión a las 20 horas y, para la misma, ya se están agotando las entradas. La nostalgia ha pisado fuerte entre los aficionados zaragozanos (los de ya una edad, eso sí).

También la banda sonora guarda una historia curiosa detrás. Fue compuesta y grabada por Willy DeVille y Mark Knopfler, la única persona que Rob Reiner creía capaz de crear una música que captara la peculiaridad de la película y su carácter romántico. Reiner era un admirador de los anteriores trabajos de Knopfler pero no lo conocía antes de trabajar en la película y le envió el guion esperando que aceptase. Aceptó con una condición: que en alguna parte de la película Rob Reiner incluyese la gorra de béisbol que llevó interpretando a Marty DiBergi en This is spinal tap. Reiner no pudo mostrar la gorra original, pero incluyó una similar.