"Lo único que deseo es palmar al compás". Y lo decía así con expresión de bailaor. Lo que deseaba Antonio Gades era morirse bien --si eso es posible--, es decir, que todo cuadrase y quedasen todas las cosas arregladas. Tuvo tiempo, desde que le diagnosticaron el primero de sus tres cánceres, también para cumplir una nueva travesía transatlántica en velero, una de sus grandes pasiones. Las otras fueron, por supuesto, el baile español --al que quitó afectación y pandereta y añadió modernidad-- y las mujeres: "soy un bulto sospechoso cuando no tengo una mujer al lado".

Gades era un hombre serio, seco de aspecto, austero y apasionado a quien siempre le gustaron los alardes izquierdistas, incluso cuando éstos caían en su margen más autoritario --fue amigo personal del hermanísimo Raúl Castro--. Se confesaba comunista intrauterino y dejó constancia de eso cuando un policía de inmigración estadounidense le obligó a rellenar el habitual cuestionario: ¿pertenece o ha pertenecido al Partido Comunista? El sí que puso en ese papel resumía una infancia de perdedor de la guerra civil. Gades, en realidad Antonio Esteve Ródenas, nació en Elda, Alicante, en 1936 mientras su padre, un albañil catalán, luchaba por la República.

Fue niño obrero y paseó la librea de botones hasta que por un golpe de suerte, alguien lo vio restregándose por la calle con las niñas de su barrio a los sones de un organillo y aconsejó a la madre que lo apuntara a una academia de baile. Allí lo descubrió Pilar López.

Su fuerza le impuso como intérprete y sobrepasó las fronteras del baile. En 1963 debutó como actor cinematográfico en Los Tarantos, de Rovira Beleta, y más tarde participó en Con el viento solano (1965) y Los días del pasado (1977). Tres creaciones carismáticas, Don Juan, Bodas de sangre y Carmen --las dos últimas filmadas por Carlos Saura junto con El amor brujo --, abrieron una vía por la que hoy circulan con mucha más pirotecnia Antonio Canales, Rafael Amargo o Joaquín Cortés.

Es difícil rastrear la vida sentimental de este seductor. En 1964, se casó con la folclórica y entonces actriz Marujita Díaz. "En contra de las apariencias, era un tía cojonuda y muy vital. Pero no teníamos nada en común", así explicaba un matrimonio que en la práctica duró 20 meses. Una bailarina de su compañía, Pilar San Clemente, le dio dos hijos, Elsa e Ignacio.

Pero posiblemente la relación más aireada por el papel couché fue la que vivió con Marisol. Fueron padres de tres hijas, la actriz María Esteve, Tamara y Celia. Una suiza joven y millonaria, Daniela Frey, se cruzó en la trayectoria la pareja y que se disolvió en 1986. La historia con Frey también se agotó, en 1993. En la actualidad, el bailarín estaba casado con Eugenia Eiriz.