En un tiempo en el que todavía existían los negativos en la fotografía, los que estaban listos para revelar podían deteriorarse con mucha facilidad pasado un tiempo, hasta el punto de no poder sacar ninguna imagen clara en positivo. Sin embargo, Pedro Avellaned lo ha conseguido. El veterano fotógrafo de 80 años inauguró el miércoles en la Galería Spectrum Sotos la exposición Ceniza dispersa, en la que construye un pequeño universo propio, con referencias históricas, a través de «material fotográfico caducado», tal y como señaló el autor, «con papeles que tienen más de 15 años, de los que es absolutamente imposible pretender sacar una imagen, ni por sistema analógico ni mucho menos digital; eso es ceniza, es polvo, no es ya nada», explicó. «Este material te puede durar un año como máximo, si se mantiene en buenas condiciones de temperatura».

Avellaned ha intentado plasmar un contexto propio que ambienta toda la muestra, pese a que a primera vista las fotografías se reduzcan a siluetas sombreadas o figuras simples, con una concepción abstracta. «No he querido transmitir nada en concreto, pero sí hay una historia lúdica, me estoy remontando a años anteriores incluso a Cristo, a través del personaje Simón bar Giora», un comandante en las guerras judeo-romanas quien fue contemporáneo a Jesucristo y el Imperio Romano. Dos elementos que encuadran en un momento histórico concreto, entre 30 y 40 años, que dan pie al autor a tratar varios temas, entre ellos la religión, el poder o la libertad.

No es necesario recorrer la exposición en orden cronológico, pero sí tiene cierta unidad conceptual. Comienza, por ejemplo, con una serie de máscaras que hacen referencia al personaje de Giora, y más adelante encontramos siluetas que plasman la Roca Tarpeya, desde donde fue arrojado como un castigo que le impuso la República romana. Esto da lugar al autor a hablar de temas como el poder. «Simon bar Giora termina luchando contra Roma, defendiendo a su pueblo, y acaba de esa manera… está pasando hoy en día también», señaló. En la exposición también se pueden ver críticas a la religión, que «crucifica», ahora solo en sentido figurado, a las personas.

Según Avellaned, los datos reflejados son históricos, pero para él ha sido un «puro juego». «A mí de la fotografía siempre me ha gustado el laboratorio, más que la cámara», precisó, y cuenta como un día encontraron dentro de la galería Spectrum unas cajas con 250 hojas viejas cada una, de las que la primera se fue en intentar sacar «alguna mancha o alguna cosa al revelarlo». De hecho, en lugar de revelador tuvo que usar un fijador para evitar quemar el papel, tratando de «fijar algo, alguna imagen más clara, alguna mancha… y esto es lo que ha ido apareciendo, después de 6 meses», comentó. «Yo en el laboratorio, cuando entro a hacer toda esta serie de cosas, me divierto, se me hacen las cuatro de la mañana y no me entero», y el reto era, según el artista, que «por mis narices de aquí sale algo, y sale eso… sea o no válido, eso ya lo tendrá que decidir el público», concluyó.