El cartel de Se traspasa se ha vuelto a iluminar desde dentro y ese run run que solo se oye cuando se junta un grupo de personas vuelve a salir de su interior. Suena una versión de Aunque tú no lo sepas, de Quique González, interpretada en directo por Fernando Rickenbacker y Michel Modo Sputmich. En las paredes, apenas nada. Ni rastro de las estanterías y solo sobrevive una balda en la que descansa el cartel que la librería realizó por su décimo aniversario en el 2014 (dos años antes había recibido el Premio Librería Cultural del ministerio) y que ya no esperará más a que le acompañe el que hubiera llegado por los 20 años. Los portadores de sueños ha reabierto su puerta por unas horas.

LLENO TOTAL

Las sillas están todas ocupadas y también los taburetes improvisados y hay gente hasta en las escaleras desnudas. «Una vez más nos habéis emocionado», comienza Eva Cosculluella, copropietaria de la ya desaparecida librería y prosigue: «Cuando nos llamó Jesús (Marchamalo) para decir que quería presentar su libro aquí hoy, le dijimos que la librería ya iba a estar cerrada y que no iba a haber nada pero él insistió así que aquí estamos sin más libros que el suyo en todo el establecimiento. ¿Hay mayor sueño para un escritor?», explicó la librera antes de dar la palabra a José Luis Melero que ejerció de presentador del libro Stefan Zweig, la tinta violeta, acompañado por sus autores, Jesús Marchamalo y Antonio Santos.

Los tres hablaron de este libro en el que los autores, con su estilo tan particular no exento de humor para nada, se han acercado a la biografía de Stefan Zweig. Un libro más en una colección en la que han abordado a Baroja, Pessoa, Kafka, Blixen y Woolf. Todos los habían presentado en Los portadores de sueños: «No podíamos faltar esta vez tampoco así que aquí estamos».

En la puerta de la librería se sigue acumulando gente. Comienzan a hablar porque no escuchan y alguien les pide silencio. Curiosa contradicción. Cuesta escuchar lo que se dice dentro del local. Aunque casi mejor volver un mes atrás cuando Los portadores de sueños era un hervidero de actividad con miles de libros en su interior, con gente que no paraba de entrar y un sofá en el escaparate envidia de muchos.

Ahora, ayer, ese sofá rojo sirvió de asiento para los presentadores del acto y el posible glamur de un mostrador con máquina registradora era sustituido por una mesa con caballetes donde los libreros apuntaban minuciosamente cada ejemplar que vendían.

La librería vivió ayer una de las presentaciones más multitudinarias de su historia igual que los últimos días abierta vendió más que nunca. Ya no habrá más. La presentación acaba, la luz se apaga. Los portadores de sueños ya vuelan. El último sueño.