Solo una de cada cinco películas que se han podido ver en el Festival de cine de Zaragoza han contado con una mujer detrás de la cámara. O lo que es lo mismo, 29 de las 145 producciones que se han proyectado durante estas tres semanas contaban con una mujer como directora, un 20%. Eso en una edición en la que el festival ha realizado una apuesta en femenino en cuanto a los homenajes que se realizarán (Julia Gutiérrez Caba, Laura Gómez-Lacueva y María Araujo).

En la sección protagonista de este festival, la de cortometrajes de ficción, de la selección de 49 producciones solo nueve contaban con mujeres como responsables. «Es algo que pasa no solo en Zaragoza sino en el mundo en general», empieza explicando Nata Moreno (que ha participado con su cortometraje Al amar) que prosigue: «Se supone que somos siete directoras de cada 100. Con este corto todavía estoy arrancando pero con mi corto anterior fui El Cairo, Londres, a París y siempre me subía al escenario con hombres».

«SOCIEDAD PATRIARCAL» / Pero, ¿cuál es la causa de todo eso? «Para mí son varias pero, en mi opinión, seguimos viviendo en una sociedad patriarcal que delega el poder en los hombres y donde además, tengo la sensación de que las mujeres no recibimos el mismo nivel de ayudas en la producción. Parece como que las historias que nosotras contamos destapan realidades que todavía no quieren ser escuchadas en esta sociedad», explica Nata Moreno.

Pilar Gutiérrez, quien ha competido en el festival con su cortometraje Rodando, «una pequeña comedia en movimiento, una road movie rural y cotidiana», tiene claro que el debate no es si hay pocas mujeres seleccionadas y menos en este festival: «Quizá la pregunta -dice- no es si se le da más o menos importancia a un trabajo dirigido por una mujer, no creo que ningún festival mire el género antes que el proyecto audiovisual». Por eso, ella invita a ir más allá: «Quizá haya que plantearse cuáles son las condiciones para que una mujer se ponga detrás de la cámara, qué apoyos sociales, económicos y políticos existen para que trabajos que siempre han sido realizado por hombres dejen hueco a las mujeres. ¿Cuáles son las trabas que nos encontramos y los miedos para coger esas riendas? ¿Cuáles son las condiciones laborales en un rodaje? ¿Cómo hacemos compatible los difíciles horarios de un rodaje con los cuidados familiares casi siempre a cargo de las mujeres? ¿Cómo se hace eso compatible con el cuidado de la vida? Quizá lo que hay que cambiar es la forma de mirar y ampliar la mirada, hacer un clic en la cabeza. Es necesario mover otras piezas para que empiece a haber una igualdad real, pero tanto en el cine como en la vida en general».

La realidad es que la mayoría de producciones que se presentaron al Festival de Zaragoza estaban capitaneadas por hombres y eso abre un debate mucho más amplio: «Es complejo ser directora de cine y llevar también una casa, una maternidad... Cuando sale el término conciliación, yo siempre digo lo mismo, ¿por qué me lo preguntan a mí y no a mi marido? Nunca jamás se te pasaría por la cabeza preguntarle a mi marido qué hace con su hijo cuando se va de gira. Para poder dirigir tengo que hacer malabares», indica la cineasta Nata Moreno.

En este Festival de Zaragoza, la sección que más trabajos dirigidos por mujeres cuenta es la de Centros de formación audiovisual (27%) seguida de la de microcortometrajes (23%) y de la de Otras miradas (20,5%). Son las cuatro categorías con un porcentaje por encima del 20% ya que tanto la de cortos de ficción (con un 18%) como la de animación (12%) y la de Visiones de la historia (13%) están incluso por debajo de esa cifra.

«Yo no me he sentido menospreciada por ser mujer. Pero sí me ha sido difícil lograr una conciliación laboral y familiar para llevar a cabo proyectos. No deja de sorprenderme que a día de hoy, todavía recibo informes o documentos oficiales donde consta que el cortometraje del director Pilar Gutiérrez ha sido o no seleccionado ¿es discriminación o es un no me he dado cuenta? Algo no consciente diría cualquiera, pero el hecho de no nombrar provoca que se marque más esa brecha», concluye Pilar Gutiérrez que alaba la labor de asociaciones como Trama o CIMA «para reducir esa desigualdad».