Normalmente cuando le das el guion a un actor para que lo estudie tarda un tiempo en contestar, algunos incluso tres meses pero él me llamó dos días después para hablar de cuándo hacíamos la película». El protagonista de esta historia es el actor Jack Lemmon o, mejor dicho, el director francogriego Costa-Gavras quien lo dirigió en una de sus grandes películas, Missing. «Ni siquiera me dejó comentarle el guion. Me dijo, ‘tú dices y yo hago, no hay más que hablar’. Tuvimos una relación perfecta». El director recibió ayer el premio Luis Buñuel del Festival de cine de Huesca junto a Álex de la Iglesia en una gala que se celebró por la noche en el Teatro Olimpia. Por la tarde, hicieron una comparecencia conjunta con la directora del festival, Azucena Garanto.

Un acto en el que a Costa-Gavras se le preguntó por si era verdad que le habían ofrecido dirigir El padrino («Sí, pero es que el libro era muy malo», contestó sin rubor antes de insistir en que «sin Coppola hubiera sido una película banal»), sobre el apoyo de sus productores y actores a todos los proyectos que ha realizado (de ahí vino su anécdota con Jack Lemmon) e, irremediablemente, sobre su cine... ¿político? «Cuando hago una película -explicó-, hago un espectáculo, no un discurso político ni académico. Y los espectáculos, como sucedía en el teatro griego, hablan de los problemas de la sociedad», dijo antes de proseguir con su reflexión: «Todas las películas importantes que he visto en mi vida hablan de la sociedad y ese es mi cine. ¿Es político? Bueno, es el papel del cine y nosotros vamos a él por el espectáculo, para que nos provoque emociones y con estas, hacer algo en la vida».

«HAY QUE ARRODILLARSE» / A su lado, Álex de la Iglesia no solo asentía a cada palabra de Costa-Gavras sino que, además, alabó su trabajo: «Mientras otros se entretienen haciendo cine, él nos explica el mundo y es algo que ya no se hace y me preocupa porque me encantaría que hubiera más personas que siguieran su camino. En el mundo solo está posiblemente Ken Loach y ya», explicó el director que llegó a decir que había que «arrodillarse» ante el griego porque, dijo textualmente, «no somos dignos de estar aquí». «El cine -indicó De la Iglesia- es un intermediario entre el alma y la realidad y ahí encontré a Missing que es un producto alquímico imposible. Costa-Gavras no solo me ha explicado cómo funciona el mundo sino que es el que nos ha enseñado que el viaje no es cambiar de lugar sino de alma y de forma de ser».

Pero, ¿por qué cree Álex de la Iglesia que no hay directores que sigan el camino de Costa-Gavras, incluido él? «No somos lo suficientemente valientes -respondió con sinceridad-. Cuando uno afronta la creación artística uno piensa en una persona normal que se encuentra con un problema, que siempre es político porque todo lo es y hacemos que un aspecto prevalezca sobre otro. Es cierto que yo trato de ocultar ese sustrato político en mis películas porque en mi país eso supone un cierto grado de pretensión y no estoy dispuesto a ceder. Aquí, el político no es un género literario o incluso fantástico muy interesante».

«CADA UNO ES LIBRE» / Dentro de la reflexión del cine político, Costa-Gavras, insistió, en cualquier caso, «que cada uno es libre para hacer las películas que le interesen y yo no quiero crear ninguna escuela pero cuando me preguntan si yo pienso en hacer cine político ¿qué quieren que les diga? No me levanto cada mañana pensándolo, simplemente busco pasiones y de ahí nacen las películas. Cada película que hago es la de mi vida», concluyó Costa-Gavras aunque Álex de la Iglesia aun quiso rendir su último homenaje al francogriego: «Si no lo habéis visto, en Missing, hay un tiroteo en medio de la noches, es una escena de terror puro y justo ahí un caballo blanco cruza la pantalla. No he visto nada tan hermoso en el cine que ese caballo. En estos tiempos en los que la palabra ‘poético’ está corrompida, os puedo asegurar que nada me ha impresionado tanto. Gracias por tu cine».