¿Por qué Unamuno y por qué ahora? Si algo bueno está teniendo la película de Alejandro Amenábar Mientras dure la guerra es traer de vuelta la figura de viejo búho oscuro y adusto de Miguel de Unamuno y volver a abrir en el 2019 el debate del conflicto civil, con los ecos del franquismo más marchito llamando a la puerta del presente gracias a Vox y ese pulso tenso que tan bien conocemos entre derechas e izquierdas.

Así que si a alguien se le despierta la morriña de recuperar las lecturas de instituto de quien fue el intelectual español de mayor proyección internacional en su momento lo tiene fácil. Alianza ha reeditado parte de sus obras y la recuperación de la biografía Convencer hasta la muerte, del matrimonio de hispanistas Colette y Jean-Claude Rabaté (Galaxia Gutenberg), amén de las distintas versiones sobre su legendario (o no) choque con Millán Astray, posiblemente aporten una imagen más cabal a un escritor al que es difícil tomarle el pulso.

Y lo es porque el escritor se movió a golpe de paradojas. Fue un pensador de altura que se trataba de tú a tú con la flor y nata del pensamiento de los inicios del siglo XX, como Bertrand Russell, Benedetto Croce o Henri Bergson, y se batió en el centro del debate político siguiendo el curso de su propia naturaleza mudable, siempre marcada por los tiempos que le tocó vivir. Así pasó de un nacionalismo vasco integrador (aunque alardeara de que Sabino Arana, su gran oponente, le robara algunas ideas), al marxismo y al socialismo, opuesto a la monarquía y a la dictadura de Primo de Rivera, hasta apoyar el golpe de Franco para acabar con el encontronazo del «venceréis pero no convenceréis» que lo devolvió de golpe al panteón de la izquierda.

No callaba

Para Jean-Claude Rabaté, es uno de los grandes intelectuales europeos, quizá el primer moderno al crear publicitariamente su propia imagen a través de los medios. Escribió cerca de 4.500 artículos sobre la vida cultural y política en periódicos españoles, franceses y latinoamericanos. «Con su estilo mordaz criticó los poderes fácticos, especialmente al Ejército, y además fue el escritor más censurado de la primera mitad del siglo XX -explica-. Pero eso no lo callaba. Cuando no se le permitía escribir, soltaba discursos regidos por sus convicciones no por los partidos». Esa es la posible lección actual, según la cual «España sigue enferma de cainismo, todavía Caín sigue matando a Abel en este país, de ahí que el mito de las dos Españas esté vigente. Él, pese a ser una voz estrangulada, representa una tercera vía que nos permite salir del maniqueísmo».

La biografía de los Rabaté defiende si no la literalidad del explosivo discurso de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936, sí su espíritu. Hasta el momento no existía una transcripción exacta del suceso, y sí unas pocas notas del escritor en el dorso de la carta que acababa de mandarle la esposa de Atilano Coco, su amigo encarcelado por los franquistas. Así, el «vencer no es convencer» al que hace referencia una de las notas se convirtió en un mito universal del pensamiento progresista muy rápidamente. Fue tiempo después cuando Luis Gabriel Portillo lo reescribió de oídas y lo mandó a rodar por el mundo. André Malraux lo recogió en su novela L’espoir y esa versión es la que se ofrece en el ensayo Las armas y las letras de Andrés Trapiello, y que se recoge con recortes en el filme de Amenábar.

Pero los Rabaté se guardan un as en la manga. Han descubierto el único testimonio de una persona que sí estuvo en la universidad aquel día y que, pendientes de permisos familiares, harán público junto a la edición del último texto de Unamuno, El resentimiento trágico de la vida, que publicará PreTextos. Ellos siempre han defendido la potencia de esa historia, símbolo del enfrentamiento de dos ideologías no solo durante la guerra civil, sino también durante la segunda guerra mundial y ahora aportan una prueba.

Y no se acabará aquí la moda Unamuno. Los biógrafos están colaborando con el cineasta Manuel Menchón, que en el 2015 ya recreó el exilio en Fuerteventura de Unamuno en La isla del viento, en un futuro documental. En aquella película de ficción el viejo sabio fue interpretado por José Luis Gómez, quien también la pasada primavera llevó el personaje a escena en el teatro de la Abadía. Fue en esta composición donde los biógrafos encontraron a su Unamuno. El de la película de Amenábar es, según ellos, una obra de ficción de un realizador culto, inteligente y libre para expresarse artísticamente. «Pero a mí me ha costado reconocerlo -dice Jean-Claude Rabaté-; he de decirlo, aunque me riña mi esposa». H