Víctor García de la Concha sacudió el libro en el aire con el entusiasmo de un predicador. "Digan si no era una utopía", indicó, mirando la portada de la edición popular del Quijote . A un lado del escenario del teatro El Círculo, debajo de la imagen agigantada del mismo libro, el presidente de la Real Academia Española (RAE) comenzó a describirlo, ahora como si fuera un vendedor puerta por puerta: "Esta es una edición de material muy noble". Y, abriéndolo ante su auditorio, deslizando sus dedos entre las hojas, comprobando su tersura, siguió con los detalles: 1.300 páginas de papel semi-Biblia y con tapa dura. Un golpecito a la portada le permitió demostrar su consistencia. "Para el bolsillo y la biblioteca", dijo y recuperó su tono académico para proseguir el discurso sobre la universalidad de la obra de Cervantes.

El millón de ejemplares publicado por Alfaguara con el patrocinio de la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española es la "rigurosa transcripción del texto tal como Cervantes lo haría hoy mismo". Una edición, dijo, rica en notas. "Cumplimos. La utopía se hizo realidad: el libro se ofrece a 25 pesos argentinos (unos siete euros)", anunció.

En la galería de entrada se había formado una cola. Los libros se agotaron en cuestión de minutos. Un día más tarde, ya no quedaba ni un ejemplar de la reedición en Rosario. El día que se clausuró el Congreso, un Quijote de chatarra fue dejado frente al teatro El Círculo. Lo había forjado un lector anónimo, uno entre el millón que saldrá a buscarlo otra vez a las librerías bajo su forma "popular y barata". Algunos congresistas, antes de entrar, se sacaron fotos con él.