A menudo sucede que se tiende a analizar los hechos pasados o los comportamientos de unos y otros con los ojos de la contemporaneidad que nos ha tocado vivir. Y no puede haber mayor error y lo digo obviando ya de antemano que cada época histórica tiene sus realidades. Me refiero a que preguntarse ‘¿Y yo, qué hubiera hecho?’ deja de tener sentido primero porque uno siempre tiende a tratarse con benevolencia y con la regla de moralidad con la que mejor va a salir parado en la sociedad y, segundo, y no menos importante, porque la respuesta será siempre la duda, certera, pero duda.

Y ahí, precisamente, reside la principal fuerza de Shakespeare en Berlín, la obra de Arden Producciones que se ha podido ver en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza dentro del ciclo de Teatro Rebelde. Una producción que enfrenta al espectador con el espejo de la Historia pero, sobre todo, con el de su propia alma. La obra arranca en la Alemania de los años 30 sumergida en la mayor crisis que se le recuerda y lo que pasó posteriormente con el ascenso de Hitler y todo lo que conllevó no hace falta ni relatarlo. Los conflictos sacan lo peor del ser humano y es con esa idea con la que se enreda este Shakespeare en Berlín brillantemente interpretada por Iria Márquez, Juan Calos Garcés y Chema Cardeña (que es a su vez director del montaje y dramaturgo).

Los tres actores consiguen elevar hasta unas cotas insospechadas el tránsito por las emociones del ser humano llevando al espectador, como decía, desde la alegría de Berlín en los años 30, todo ese mundo festivo, de cabarets y de efervescencia cinematográfica, hasta el terror desatado por las fuerzas nazis pero sin dejar de lado los matices de la ambición, la transformación social y el cambio político estrechamente relacionado con el deseo de poder triunfar en la vida. Todo aderezado por la riqueza reflexiva de Shakespeare que planea a lo largo de los 75 minutos de función.

La historia que narra es de sobra conocida, el ascenso de un partido antisemita y racista y su posterior caída pero muchas de las heridas realizadas ya no se pueden restañar. Por eso, el atractivo de esta producción valenciana, que lleva ya más de cuatro años viva (lo que habla por sí solo de lo que se trae entre manos este equipo escénico) reside en convertir un episodio concreto en una reseña de lo que podría ser la actualidad y, lo que es más interesante, en un ejercicio de introspección que te obliga al salir del teatro a lanzarte la pregunta, ‘¿Y tú, qué hubieras hecho?’_El problema es contestarla.