Que el actual cine oriental no es en absoluto periférico del europeo y del realizado en Hollywood, por lo que se refiere a la renovación de temas y lenguajes, es un hecho contrastado.

La Seminci de Valladolid ha presentado en sus dos últimas jornadas tres excelentes muestras de cine oriental, posiblemente de lo mejor del certamen llegado el meridiano de esta edición. Un singular filme del surcoreano Kim Ki-duk, una hipnotizante muestra de ciencia ficción interior firmada por el hongkonés Wong Kar-wai y la cuarta película del japonés Kore-eda Hirokazu.

Kim Ki-duk propone en Hierro 3 la historia de un joven que se dedica a ocupar temporalmente las casas en ausencia de sus propietarios. Concebida con escasos diálogos y fundamentada en la relación del protagonista con una mujer maltratada por su esposo, la película adquiere en su bellísima parte final una atmósfera casi fantástica que casa con el realismo frontal del resto del filme.

UN HECHO VERIDICO

Igual de imaginativo es Wong Kar-wai, quien en 2046 propone un periplo interior por las reglas clásicas de la ciencia ficción. Es, también, una prolongación de su anterior largometraje, Deseando amar (In the mood for love) , del que recupera protagonistas, atmósferas, luces y un similar y nostálgico muestrario musical.

El montaje presentado en Valladolid es bastante distinto del estrenado en el pasado festival de Cannes. Wong ha remontado los primeros 15 minutos, haciéndolos más comprensibles.

Más realista es el filme de Hirozaku, Nadie sabe , que se basa en un hecho verídico. Narra la historia de cuatro niños, hijos de la misma madre y de distintos padres, que fueron abandonados a su suerte en un pequeño piso de Tokio. Sobre la marcha establecen sus propias reglas de supervivencia, pero el cineasta contempla la tragedia con una mezcla de dureza y de extraña emotividad

Valladolid constata también el palpitante ritmo del cine argentino, en contraste con la acuciante realidad económica del país. Buena vida (Delivery), primer filme de Leonardo Di Cesare, tiene un planteamiento peculiar. Un joven, que malvive como repartidor, alquila una habitación de su casa a la chica de la que se ha enamorado. Poco después aparecen los padres de la muchacha.