Hace 20 años, en una noche lluviosa, se despedía de los escenarios una mítica banda de rock and roll. Dire Straits decía adiós en el estadio de La Romareda, en un concierto con motivo de las Fiestas del Pilar. Fue un emotivo 9 de octubre de 1992. El grupo, capitaneado por Mark Knopfler, hizo las delicias de 40.000 gargantas que vibraron con una emotiva actuación.

La visita estuvo envuelta en magia desde el primer momento que los Dire Straits pisaron suelo maño. Lejos de hacerlo con tiempo, aterrizaron en el aeropuerto de Zaragoza a las 21.00 horas, siendo que su concierto comenzaba a las 22.00 horas. Con el tiempo justo, el secretismo en el aeropuerto fue hermético ya que no se permitió a ningún periodista acercarse hasta el avión del grupo de Glasgow. Sin tiempo que perder fueron escoltados hasta el estadio de La Romareda. El objetivo era llegar al escenario situado en Gol Sur.

No era el único contratiempo. El público miró al cielo durante todo el día debido a la lluvia. Habían caído precipitaciones durante toda la jornada, pero por fortuna las nubes también quisieron rendir su particular tributo a estos grande rockeros.

Más de dos horas

El éxtasis llegó con la primera canción de la noche. En el mismo momento en que empezó a sonar Calling Elvis, las 40.000 gargantas que no se quisieron perder esta última actuación alentaron a los Dire Straits con el corazón. Más de dos horas de concierto que se repartieron en 16 canciones. En cada una de ellas, el grupo de Glasgow lo dejó todo sobre el gran escenario en el que actuaron. Un escenario enorme pero sobrio. Los protagonistas aquella noche eran los músicos.

El concierto desgranó las canciones de su disco On every street, aunque tamnbién tuvo tiempo para deleitar al personal con clásicos como Walk of live, Heavy fuel o la archiconocida Sultan of swing. Un broche final a su carrera que dejó recuerdos inolvidables a los asistentes que abarrotaron tanto las gradas como el césped, cubierto con una lona.

Nadie se quiso perder la actuación. Tampoco los personajes públicos del momento en aquel octubre de 1992. Por ello, no faltaron al concierto la concejal de Cultura del momento, Carmen Solano, el edil de urbanismo, García Nieto, o el delegado de Gobierno en Aragón, Carlos Pérez Anadón. A esas 40.000 almas lo que más les llamó la atención fue Mark Knopfler. Con su inconfundible cinta en el pelo cautivó a todos sus seguidores en aquella desapacible noche.

Testigos de una despedida

Aquella gira de Dire Straits había comenzado el 23 de agosto de 1991 en Dublín (Alemania). Recorrió multitud de lugares y rincones. El destino quiso que Zaragoza fuera el último de ellos. Después de 15 años, 208 conciertos y de haber recorrido 30 países, Dire Straits decidió poner punto y final a sus actuaciones en directo en la capital del Ebro. Zaragoza vio como Mark Knopfler y los suyos se despedían del mundo musical desde sus dominios. Sus seguidores, desde los que vestían cazadora de cuero hasta los yuppies de americana y corbata, entonaron un triste adiós en este final.