Hasta hace relativamente poco era impensable que el premio más importante de uno de los festivales de cine más importantes fuera a parar a una historia de amor entre una mujer muda y un monstruo anfibio verdoso y viscoso. Pero hasta hace poco no existía La forma del agua. Concediéndole el León de Oro a la Mejor Película, la Mostra de Venecia hace finalmente justicia a un cineasta, Guillermo Del Toro, que sin duda es uno de los narradores que a lo largo de la historia mejor ha entendido y más ha amado la incomprendida figura del monstruo, y más clara ha dejado la capacidad única del cine fantástico para explorar las profundidades de nuestra psique. Se trata del tercer hispano en ganar el premio principal, tras Buñuel y Lorenzo Vigas.

La forma del agua es el escaparate perfecto de la creatividad frondosa y exuberante del mexicano, y sin duda su mejor película desde El laberinto del fauno (1996). Es a la vez thriller de espionaje, relato de monstruos, emotivo melodrama, trepidante acción, nostálgico musical y, sí, romance interracial -y definitivamente carnal-- entre una mujer y un bicho anfibio verdoso y viscoso.

TERROR Y TERNURA

Contiene elementos de La bella y la bestia, E.T. El Extraterrestre, Amélie y La mujer del monstruo y a pesar de ello, como hace siempre, el director toma esos y otros de los referentes que nutrieron su sensibilidad y los convierte en algo inconfundiblemente propio, a ratos aterrador pero siempre lleno de ternura. Del Toro ha asegurado que es la película que lleva toda la vida queriendo hacer. El León de Oro -y todos los premios que sin duda le caerán a partir de ahora— deja claro que ha merecido la pena.

Algo más discutible, es la concesión a Foxtrot del Gran Premio del Jurado, segundo galardón en importancia. Acusar a una película de exceso de imaginación e inventiva puede sonar estúpido, pero en el caso de la película de Samuel Maoz no lo es tanto. La película usa la muerte de un joven soldado para llevar a cabo una crítica al ejército y el Estado isralíes, por lo que, dicho de otro modo, trata de ser cine furioso y enfurecedor.

Sin embargo, para contar su historia Maoz recurre a una sucesión de composiciones calculadas, segmentos de dibujos animados, coreografías de música y baile y humorosas alusiones a la cultura pop a través de las que deja claro estar menos interesado en explorar sus asuntos de cabecera que en epatar.

VIOLENCIA MACHISTA

Del mismo modo, la elección del francés Xavier Legrand como Mejor Director parece recompensar más lo que su ópera prima cuenta que cómo lo cuenta. Hablar de violencia de género sin duda le habrá puesto a su favor a todos los miembros del jurado a pesar de que, si nos centramos en al ámbito artístico y no en el humano, sus méritos son más bien discretos. Es una obra plana, obvia y pedagógica, diseñada con el fin esencial de concienciar a pesar de que la mayor parte de su público ya vaya a verla concienciado de casa.

Habría sido un galardón perfecto para conceder a Martin McDonagh, director de Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri, para quien el premio al Mejor Guión es una recompensa justa pero insuficiente. No hay muchos autores ahí afuera capaces de contarnos el tipo de historia de violaciones, asesinatos, venganza, culpa y redención que nos deja temblando y lograr que nos partamos de la risa mientras lo hace. Cierto que en sus películas previas, Escondidos en Brujas y Siete Psicópatas, McDonagh ya había demostrado un talento privilegiado para insuflar el sarcasmo más negro y más tonto en historias que a priori no invitan al chiste.

Pocas quejas, asimismo, pueden ponérseles a los galardonados en las categorías interpretativas. El palestino Kamel Basha es con mucha diferencia lo mejor --y casi lo único salvable-- de El insulto, drama que para retratar el violento choque de culturas que vive Líbano a diario. Y por lo que respecta a Charlotte Rampling, baste decir que sin ella Hannah no sería prácticamente nada. En la piel de una mujer condenada aislamiento por los pecados de su marido, a, no necesita un solo gesto facial de más para resultar demoledora.