La noche del sábado en Pirineos Sur, la última de la vigesimoséptima edición del festival, vino a demostrar la vitalidad de la música popular aragonesa, sobre todo cuando es recreada por músicos audaces y brillantes. El concierto estrella lo protagonizó el Colectivo Chicotén, reunión temporal del Joaquín Pardinilla Sexteto con un buen número de colegas, todos ellos participantes en Ver para creer, doble CD que, a la vez que rinde homenaje a Chicotén, grupo que dio en los años 70 nuevos aires al folclore aragonés, ofrece un atractivo muestrario, desde una perspectiva contemporánea, de la música de las 34 comarcas aragonesas. La actuación del sábado, con algunas diferencias, siguió el esquema del álbum, aunque los invitados aportaron temas propios: con el Joaquín Pardinilla Sexteto como banda base (Joaquín Pardinilla, guitarras; Alberto Artigas, bandurria y laúd; Ernesto Cossío, guitarra; Juan Luis Royo, clarinete; Toto Sobieski, bajo, y José Luis Seguer Fletes, batería), por el escenario fueron desfilando músicos y cantantes como Carmen París; Olga Orús y Salvador Cored, de Olga y los Ministriles; Jota, Alfonso Urbén y Flip, de Ixo Rai!; La Ronda de Boltaña; Roberto Serrano y Elena Requejo, de La Orquestina del Fabirol, Rafael Sánchez y Diago Lezaun, Martín Domínguez…

Carmen París sobresalió en Fandango de Mora, una de las varias piezas que interpretó (Santa Águeda, Venimos de las olivas, Bolero de Caspe,Chavalica…); los miembros de Ixo Rai! nunca habían tenido un acompañamiento musical tan potente como el del sábado, por lo que canciones como Carta de amor y 15 de agosto (ésta con el apoyo de las voces de la Ronda de Boltaña) mostraron a un Jota pletórico; los ministriles Salvador y Olga dieron buena cuenta de Villancico y aguilando; La Ronda de Boltaña, que abrió sus gargantas en varios momentos del concierto, destacó en La revolandera, una de sus composiciones; los fabiroles Roberto y Elena bordaron Maziello… Y en las interpretaciones colectivas hubo en las voces de todo un poco: aciertos en Quién te cerrará los ojos y Ver para creer, y errores de bulto en Canto a la libertad, el segundo bis.

Y queda destacar la excelente labor del Joaquín Pardinilla Sexteto, del que Roberto Serrano dijo muy acertadamente que parecía que estaba formado por mucho más que media docena de músicos. Fue un lujo para los cantantes y un gozo para los espectadores en sus brillantes interpretaciones en solitario: Pasapeanas, Habanera del tío Tieso, la singular El ciervo y el vigoroso pasodoble Vicente Pastor, repleto de detalles de jazz manouche y aromas klezmer. Ciertamente este sexteto rompe no solo la aritmética; también derriba cánones y barreras: por su calidad interpretativa y por la concepción musical del folclore.

La velada la abrió el grupo Maut, compendio de músicas de raíz y sonidos sintéticos. Tecno pirenaico, según uno de sus componentes. Electro-folk, si lo prefieren. Una búsqueda, en definitiva, de nuevos territorios para la tradición, en los que se conjugan el baile, las atmósferas densas y los sampleados, todo ello apoyado por unos visuales atractivos. Los resultados de esa colisión sonora resultaron irregulares.