Hay un libro representativo de la importancia que tiene una buena cubierta en el mundo editorial que fue el que publicó Ediciones Aldeasa en el 2005 en homenaje a Daniel Gil, 'Nuestras mejores portadas'; porque es imposible hablar de cubiertas, al menos en España, sin hablar de Daniel Gil, el hombre que durante más de 25 años estuvo al frente del departamento de diseño de Alianza Editorial, el diseñador cuyo trabajo en la colección ‘El libro de bolsillo’ tiene a estas alturas la categoría de legendario. De la cincuentena de firmas que comentaban su obra una era la del también diseñador Alberto Corazón, que escribía esto: "Cuando Daniel Gil irrumpe en el mercado editorial español lo hace de forma estrepitosa, con una brillantez y madurez de tal rotundidad que en la tercera cubierta de Alianza, lo recuerdo muy bien, hablábamos ya más de la portada que del texto". Más adelante, para el hombre que algunos aseguran que lo cambió todo, se decide por este calificativo: "Iconoclasta radical".

¿Qué es una buena portada? Hay tantas definiciones como sensibilidades. El barcelonés Enric Satué, Premio Nacional de Diseño de 1988 y diseñador de las colecciones de algunas de las grandes editoriales españolas, empieza diciendo que "la cubierta es el vestido del libro, y tiene el mismo comportamiento que el vestido en los humanos", para afirmar a continuación que "las mejores portadas, teniendo en cuenta que hay miles de letras impresas en el interior, se solucionan con caracteres tipográficos". Puede que el más popular referente europeo en este sentido sea Gallimard, la editorial francesa que no hace concesiones a la imagen en sus portadas; pero el mismo Satué admite que el libro, como casi todo, "se ha convertido en un producto de consumo", y que "en una sociedad que no es proclive a leer, como la española, cualquier recurso como unas bonitas tetas en la cubierta es válido para atraer a los lectores".

PUERTA Y VENTANA

Otro peso pesado del diseño gráfico en España, Manuel Estrada (Premio Nacional de Diseño del 2017), resalta la importancia de la portada diciendo que "es a la vez puerta y ventana", "puerta", dice, "porque es literalmente por donde entras en el libro", y ventana porque "es por donde el contenido del libro se asoma", y a renglón seguido alerta contra la tentación de considerar la cubierta como una herramienta meramente publicitaria. "Eso es insuficiente", dice. "En un mundo como el actual, en el que estamos expuestos a diario a tanta información y tantos mensajes, las editoriales deben hacer libros que conserven su atractivo más allá de la mesa de novedades". El diseñador cuyo estudio se encarga desde el 2009 de diseñar las portadas de la colección de bolsillo de Alianza (aquella en la que Gil desplegó su arte), se pregunta si cuando una empresa apuesta por una misma tipografía y un mismo diseño de portada para todos sus libros -la estrategia habitual para granjearse una identidad- no está arriesgando la capacidad de sorprender al lector. "A veces, el peso de la editorial es excesivo en relación con el peso del libro", dice. No es precisamente el caso de la colección de marras, libre, gráficamente, de ataduras.

De eso se habla cuando se habla de portadas: del peso de la tipografía. De la importancia de la imagen. De si una cubierta es -o no- un reclamo publicitario. De qué armas visuales se han de desplegar en la inclemente mesa de novedades; de si es una cuestión de armas. Enrique Redel, editor de Impedimenta, una de las editoriales que pasa hoy en día por ser una de las que mima este apartado, dice que "es una cuestión de respeto al libro, al lector y al autor", y que "el libro debe ser un objeto bello". Pero, tal y como escribía Corazón sobre las portadas de Gil -pero visto desde la tribuna opuesta-, "eso implica un riesgo: que el lector se quede solo con la cubierta". De sus portadas destaca la de ‘Soy un gato’, de Natsume Soseki ("ha funcionado muy bien"), y de otras editoriales, la de ‘La conjura de los necios’ de John Kennedy Toole (Anagrama) -"es modélica"- y la de ‘El amante’, de Marguerite Duras (Tusquets). "Una portada", resume, "creo que debe buscar dos cosas a la vez: la belleza y la efectividad".

EL CASO VILA-MATAS

Preguntados por portadas o colecciones de referencia desde el punto de vista gráfico, los profesionales del sector hablan siempre de las de Alianza de Daniel Gil, y luego de las de Seix Barral cuando Carlos Barral estaba al mando, y de las de Áncora & Delfín (Destino) marcadas por el diseño del interiorista alemán Erwin Bechtold; también de las de Ángel Jové en Anagrama. Hay autores que son conscientes de la importancia de la cubierta y que se cuidan, si no de tener la última palabra, al menos una opinión al respecto, como Enrique Vila-Matas, que en la mayoría de sus libros ha participado en la elección de la imagen. "Lo que quizá explique -dice- que muchas personas hayan visto en esas cubiertas -ya desde la primera de Anagrama en 1984 hasta las últimas de Seix Barral- un discurso muy coherente y sostenido, de forma consciente, a lo largo del tiempo". Tal vez por eso, cuando el autor barcelonés es preguntado por portadas memorables, le sale una lista de autores: "Marsé, Marguerite Duras, Bassani, Virginia Woolf, Gombrowicz…".