Fue una de las grandes triunfadoras en Berlín, donde se llevó tres premios (Especial del Jurado, Mejor Actriz y FIPRESCI), y ahora ha sido la encargada de inaugurar la sección Horizontes Latinos en el certamen donostiarra. Se trata de la ópera prima de Marcelo Martinessi, uno de los representantes de una nueva generación de directores que intentan impulsar la cinematografía paraguaya después de años de dictadura.

Por eso su película, Las herederas es de alguna manera un viaje que nos lleva de la oscuridad y el aislamiento hacia la esperanza y la posibilidad de un futuro mejor. De la represión a la libertad.

«Como toda película, debe funcionar a varios niveles», cuenta el director justo antes del pase de gala en San Sebastián. «Por una parte nos encontramos con la historia íntima entre dos mujeres que han tenido que mantener durante años una relación clandestina por su homosexualidad. Por otro quería hablar de cárceles reales y metafóricas».

A pesar del reconocimiento internacional, Martinessi se encontró con una enorme polémica al regresar a su país. Muchos políticos arremetieron contra la película, argumentando que atentaba contra la moral al retratar una relación entre dos mujeres lesbianas. «Es terrible el nivel de atraso que hay en Paraguay, la ignorancia. Pero para eso hacemos películas, porque el arte ayuda a que reflexionemos en torno a la realidad del mundo en el que vivimos». Martinessi piensa que es una historia universal y que la condición sexual de las protagonistas no es tan importante como escarbar en la crisis de la pareja y en el derrumbe de los privilegios de la élite económica. «Paraguay es un país muy clasista (y también machista). La burguesía está en decadencia y la mentalidad sigue estancada. Muchas familias adineradas empiezan a perder sus posesiones y a vivir de las rentas. Nosotros las llamamos familias de apellidos largos y bolsillos cortos».