Aunque vivió tan solo 44 años y murió hace más de un siglo, en 1904, la huella de Antón Chéjov en la literatura de hoy mismo es tan potente que se diría que muchos de sus cuentos --y publicó más de 600-- se escribieron ayer por la tarde. Alice Munro, la última premio Nobel, es la Chéjov canadiense; Richard Ford lo tiene en su altar personal; sin él no hubiera existido Carver, y E. L. Doctorow aseguró que tras la naturalidad de sus cuentos podía "percibirse la vida". De eso y no de otra cosa hablan los relatos de Chéjov, de las pequeñas vidas de la gente común con sus miserias, sus destellos de humor y sus relámpagos de prodigiosa humanidad.

Chéjov se ha quedado. Sus montajes teatrales devuelven sus dramas sin agotarlos y también las numerosas selecciones de sus narraciones. Pero faltaba publicar en castellano la totalidad de sus relatos, ya que las antologías suelen recoger una y otra vez más o menos las mismas e hiperconocidas narraciones, dejando muchas otras en el olvido.

Así que sus Cuentos completos, en cuatro volúmenes de unas 1.200 páginas cada uno, que Páginas de Espuma publica a razón de uno por año, en edición del especialista en literatura rusa y escritor Paul Viejo, se propone cubrir esa laguna.

El primer volumen ya en librerías muestra la producción del veinteañero Chéjov entre los años 1880 a 1885, con los relatos más breves y en general más humorísticos de su producción, que entonces veían la luz en diarios y revistas a ritmo frenético porque la miseria familiar apretaba y debía costearse los estudios de medicina. Unos 60 cuentos de los 240 del volumen son inéditos y en la totalidad de la obra, unos 200 con toda seguridad no han visto la luz en castellano. "A cada uno de los relatos le acompaña toda la información posible, desde fecha y lugar de publicación, el seudónimo que utilizaba (el autor no firmó con su nombre hasta 1883), versiones existentes y todas las anécdotas que hemos podido localizar. Y toda esa información aparece de forma cómoda para el lector, porque no es una edición académica". La idea es que se pueda percibir y seguir la evolución del escritor.

Complejidad

Es un lugar común que los primeros y alimenticios relatos del autor son más breves y paródicos y que a medida que fue ganado en madurez y sabiduría se fueron haciendo más complejos y oscuros. Pero Viejo, que tiene una perspectiva mucho más completa de su narrativa, disiente. Para él no es tan fácil encasillarlo. "En este primer volumen, por ejemplo, hay muchas piezas mucho más cercanas a las que tenemos en mente en la parte final, con relatos más largos como Flores tardías y Materia viva, donde se ve al escritor que ya quiere experimentar otras cosas".

Maestro de la forma --de ahí su famosa teoría de que el arma que se muestra en las primeras páginas debe ser la que acabe con la vida del protagonista al finalí, el legado de Chéjov es, para Viejo, su moderna "capacidad para insinuar cosas a través de los detalles". Algo que está presente en sus mejores relatos, La dama del perrito, El beso o Se fue, por supuesto, pero también en otros más desconocidos como Encaje de bolillos o El abeto, que el editor anima a descubrir.