Luis Antonio de Villena ha hecho un alto en su tarea de poeta, narrador y ensayista para explorar "un itinerario personal, sublime y canalla de Madrid", tal como reza el subtítulo de la obra que acaba de presentar. Madrid (Península) no es una guía de la ciudad sino una "vivencia", un fresco de rincones, personas, acontecimientos que ayudarán a propios y foráneos a entender la ciudad y a no mirarla como si bajo su asfalto se escondieran todos los demonios del centralismo. Como dice de Villena, "Madrid padece, más que disfruta, ser la capital del Estado".

De Villena es hijo y nieto de madrileños, algo rarísimo. Conoce muy bien la ciudad y sabe que es "poliédrica o caleidoscópica". Una ciudad que es capital de España por casualidad y que se ha formado con el aluvión de personas llegadas, sobre todo, del sur y oeste de España. Ahora esta poblada por magrebís, europeos del este, chinos y subsaharianos que la defienden como propia. Eso otorga a Madrid una de sus virtudes, ser "una ciudad donde a nadie le preguntan por su origen".

Tampoco hay madrileñismo. De Villena dedica el libro a su abuela Fermina, nacida en 1885, que se sabía de memoria las zarzuelas castizas, pese a lo cual siempre le dijo a su nieto: "Los madrileños nunca han hablado de esa manera".

DIALECTICA NORTE-SUR

Sí hay en Madrid, según la particular exploración del escritor, una "dialéctica norte-sur". El norte es rico, el sur es humilde. Para entender el asunto, nada como un capítulo dedicado a los dos equipos de fútbol: el Real y el Atlético de Madrid.

El escritor introduce al lector en los antiguos cafés, lugares de tertulia de literatos e intelectuales de finales del XIX y del XX, hasta llegar a los iconos de la movida de los 80. Este movimiento "vitalista y divertido", dice, surgió por varias razones entre otras, cuando tras el franquismo Barcelona "se dedica a introspeccionar su nacionalismo". Una búsqueda de raíces que Madrid no tiene, "una gran ventaja", a juicio del escritor. "Como no había ninguna raíz que buscar, surgió una ciudad cosmopolita, abierta y divertida. Y eso no sólo dio frivolidad, sino también arte, musica, cine...".

¿Cómo llevan los madrileños el ataque de la periferia por ser la sede del Gobierno y la capital del Estado? "Muy bien, ya están habituados", responde De Villena. "Ahora, curiosamente son los hijos de los inmigrantes los que, si hablas mal de Madrid, la defienden porque sienten que tienen que hacer justicia. Pero el madrileño antiguo", prosigue, "es que oye hablar mal y no dice nada, incluso busca algún defecto nuevo". El autor aconseja a aquél que sienta vértigo al trasladarse a Madrid. "Que no la vea como capital del Estado, sino como la ciudad que es, con sus defectos, muy viva, muy nocturna, muy animada donde la gente tiene mucha facilidad para echarse a la calle".