"Esta es una novela que tiene el formato de una carta que una madre escribe a su hija recien nacida. Pero estoy harta de que me pregunten sobre si es una novela sobre la maternidad". La escritora Lucía Etxebarría (Bermeo, 1966) presentaba ayer en Ambito Cultural su novela Un milagro en equilibrio con la que ha ganado el Premio Planeta 2004 afirmando que en la mayoría de los libros sobre la maternidad que ha leído son "guías médicas escritas por hombres, de un almibarado y un merengue que asustan, y que te hacen pensar que la realización que hay en la vida para una mujer es ser madre".

La protagonista de esta novela es una mujer, Eva, que ha tenido unas relaciones nefastas hasta que acaba yendo a una terapia de la que sale con la conciencia de ser una mujer maltratada. Poco a poco va descubriendo que su madre, enferma terminal hospitalizada, había sido a su vez otro eslabón de una cadena de violencia doméstica, cuyos mecanismos se han ido pasando en la familia de unos a otros. Pero ella ha dejado borrada esa memoria hasta encontrarse ahora, sola con su hija, en la misma situación.

"Esta es la primera generación de madres que están solas en un piso con el bebé. En los tiempos de la familia extensa había mucha gente en casa que ayudaba. Los primates estamos destinados a vivir en grupo. Lo de ahora es una salvajada.", señaló Etxebarría.

Y agregó que aunque el maltrato es el tema principal de su libro, lo deja sólo entrevisto, sin descripciones ni escenas violentas porque "no quería meterme en el rollo sensacionalista del maltrato". Una comida familiar en la que todos miran a la sopa en silencio puede ser tan espeluznante como una estampa de maltrato directo.

El finalista del Planeta 2004, Ferran Torrent (Sedaví, Valencia, 1951) también presentó ayer en Zaragoza la novela del accesit. La vida en el abismo arranca de un hecho real: una partida de cartas que el autor jugó en 1972 y en la que perdió 9.000 pesetas de las de aquella época, "un dinero que yo no llevaba encima y tuve que pagar al que ganó aquella timba".

El personaje resultó ser un tahur y la novela transcurre con un itinerario del protagonista acompañando a este tahur de timba en timba para poder pagarle poco a poco la deuda.

Se trataba de un hombre que actuaba con una impunidad total ante las convenciones morales de la época. "Para mí fue un descubrimiento sensacional --declara Ferrán Torrent con ironía--, a la vez que se me abrió un abismo de terror, porque yo, educado con los jesuitas, que empezaba a romper con mi familia, estaba dispuesto a romper con muchas normas, pero no con todas". Al entrar en ese mundo fascinante, el autor asegura que "Siempre tienes el miedo de que todo eso puede despeñarse". La novela está escrita de acuerdo con los acontecimientos "a un ritmo vertiginoso".