El filósofo y académico Luis Villoro Toranzo, padre del escritor mexicano Juan Villoro y considerado uno de los pensadores más relevantes del mundo de habla hispana, falleció ayer a los 91 años en México. Comprometido con la izquierda, su discurso político y activismo social han sido una referencia clave del México contemporáneo. El propio presidente del país, Enrique Peña Nieto, tuiteó nada más conocerse la noticia: "El filósofo, diplomático y educador Luis Villoro fue un académico congruente con su postura crítica y creativa para México. Descanse en paz".

Aunque nacido en Barcelona en 1922, de madre mexicana y padre español, fue en su país de adopción (tras su paso por un internado en Bélgica) donde se formó y forjó un pensamiento que le llevó a abrazar, entre otras, la causa zapatista. Los grandes momentos del indigenismo en México tituló su tesis, tras cursar Filosofía y Letras y estudios de posgrado en París y Múnich.

Interlocutor del EZLN

"La revuelta de Chiapas no es solo racial y política. Es la lucha por una democracia pluricultural, porque la cultura mexicana no se entiende sin la marca indígena", sostenía el filósofo, que llegó a mantener un intercambio epistolar con el subcomandante Marcos y fue interlocutor del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Su propio hijo Juan Villoro ahondó en Mi padre, el cartaginés, en la relación entre su posicionamiento indigenista y el desarraigo de una peripecia vital que le llevó de España a México pasando por Bélgica.

La última aparición pública de Luis Villoro fue el 25 de febrero en la ceremonia de ingreso de su hijo en el Colegio Nacional de México. Él había ingresado como miembro en 1978, con un discurso, Filosofía y dominación, en el que planteaba la filosofía como una actividad de discrepancia y disidencia. "Frente al pensamiento utilizado para integrar la sociedad y asegurar su continuidad como esa misma sociedad, el pensamiento filosófico es pensamiento de ruptura, de otreidad... Es el pensamiento que trabajosamente, una y otra vez, intenta concebir, si lograrlo nunca plenamente, lo otro, lo distinto, lo alejado", declaró como máxima que rigió su vida.

Autor de los libros Creer, saber, conocer; El concepto de ideología y otros ensayos; Estado plural, pluralidad de culturas y El proceso ideológico de la revolución de independencia, entre otros, Villoro perteneció a mediados del siglo XX al grupo Hiperión, constituido por jóvenes filósofos formados bajo la tutela de José Gaos y las premisas del existencialismo.

El intelectual, también investigador y catedrático, obtuvo numerosas distinciones, como el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1986. Fue miembro de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y del Consejo Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, y embajador y delegado permanente de México ante la Unesco en París en un periodo entre 1983 y 1987.

"Mi padre quería cambiar el mundo en 1968. Al entender el riesgo que él corría, doy otro valor a su compañía", escribía Juan Villoro hace algo más de un lustro. El escritor declaró ayer que mantuvo hasta sus últimos días una existencia plena y rica. "Gracias a mi padre conocí a muchos neuróticos y en parte él también lo fue, pero ese es el ambiente como caldo de cultivo en el que me críe, aunque desde luego no había nada personal respecto a él o a sus amigos".

También quiso destacar su hijo, por encima de todo, su calidad humana: "Creo que la mayoría de sus alumnos lo recuerdan como una persona muy accesible y tuvo discípulos muy notables, pero sobre todo fue una persona con mucha lealtad por las ideas que tenía".