Fue un cínico siempre impecable. Un seductor que saltaba de fiesta en fiesta y de cama en cama. Fue Jep Gambardella, el enorme protagonista de la más enorme todavía La gran belleza, película que diseccionaba el sentimiento de culpa de la burguesía y que ponía al día La dolce vita. Se estrenó en diciembre del año pasado y se convirtió en una de las sorpresas de la temporada. En España, más de 200.000 espectadores paladearon un filme sin argumento al uso que conquistó el Oscar, el Globo de Oro y los premios europeos de cine. Toni Servillo, el actor napolitano que dio vida al inmortal Jep Gambardella, vuelve a ahora a las salas de la mano de Viva la libertà, de Roberto Andò.

Aquí no es un cínico seductor. Es un político de izquierdas, el jefe de la oposición, que vive sus horas más bajas y que no sabe cómo enfrentarse ni a su partido ni a la gente de la calle. Incapaz de hacer frente a su día a día, huye de la ciudad sin dar explicaciones. Sus asesores se ponen de los nervios. Sin embargo, a uno de ellos se le ocurre una idea: llamar a su hermano gemelo, tan idéntico a él que nadie los puede diferenciar (Servillo da vida a los dos protagonistas). El hermano no es político. Es un intelectual bipolar que, sin embargo, habla el mismo idioma que la gente de la calle. Dice lo que la gente necesita oír y el pueblo le adora. El partido de la oposición vuelve a estar de moda.

ESTRENO ADELANTADO Viva la libertà es una brutal sátira que pinta a los políticos (y a sus fontaneros) como unos incapaces, un mal que afecta no solo a Italia sino a todo el mundo, según su director, el siciliano Roberto Andò. Curioso que el estreno --adelantado a hoy por la competencia despiada que puede suponer la final de la Champions del sábado-- coincida con la recta final de las elecciones al Parlamento Europeo. Qué mejor manera de reflexionar sobre el voto que ver, en pantalla grande, las miserias de los políticos.

En La gran belleza, Servillo se puso a las órdenes de Paolo Sorrentino, su cineasta fetiche. Con él rodó Las consecuencias del amor (2004) y cuatro años más tarde Il divo, donde Servillo se puso en la piel del polémico Giulio Andreotti. Con Viva la libertà no es la primera vez, pues, que el actor da vida a un político.

Servillo también tiene sus ideas política. De izquierdas. Pero no es especialmente optimista. "La película refleja muy bien cómo la izquierda presume de tener capacidad para interpertar y resolver los problemas de la gente. Yo soy de izquierdas, pero veo que eso es prácticamente imposible", aseguró la semana pasada en Madrid, ciudad en la que, además de avalar su nueva película, se presentó como lo que es: un hombre de teatro, disciplina a la que enganchó de joven y de manera autodidacta.

EN LOS TEATROS DEL CANAL En Madrid Servillo vino para ejercer de hombre de teatro. Casi todas las entradas se agotaron para ver Le voci di dentro (Voces desde el interior), que el actor protagonizó y dirigió durante cuatro días en los Teatros del Canal. Ubicada tras la segunda guerra mundial, la obra también habla de la decrepitud, material y moral, de la sociedad italiana. "No pretendo contar siempre la historia de un país en decadencia. Lo que sí me interesa son las obras que muestran un conflicto entre el hombre y la sociedad". Imposible definir mejor Viva la libertà.