La primera vez que Richard Deacon (Bangor, Gales, 1949) visitó España fue en agosto de 1968, pocos días antes de cumplir 19 años. Acompañado de su amigo Mike Harrington, cruzaron la frontera y entraron caminando. De repente, recordó en una entrevista con Vanessa García-Osuna, decidieron dar la vuelta y salir del país. «¡Era el país de Franco, éramos jóvenes y estábamos en 1968!». En 1986 participó en la colectiva Entre el objeto y la imagen. Escultura británica contemporánea, en el Palacio de Velázquez de Madrid. Era la primera vez que Deacon presentaba sus obras en España. Siguieron dos importantes individuales, las celebradas en ARTIUM de Vitoria-Gasteiz, en 2005, y en el CAC de Málaga, en 2012. En septiembre de 2008 se inauguró el Museo Würth en Agoncillo (La Rioja), que adquirió la escultura Slippery when wet (Resbaladizo cuando está mojado) y le encargó la escultura Nosotros tres para rematar la fachada del museo. En aquellas fechas, Richard Deacon estaba trabajando en Water under the Bridge (Agua bajo el puente) para la Exposición Internacional Zaragoza 2008.

En el texto que Deacon escribió para el catálogo de las intervenciones artísticas, dejó claro su interés por el lugar donde se emplazaría su obra; y entre los paseos por las riberas del Ebro, las ideas fueron sucediéndose mientras atendía a los puentes, bajo uno de los cuales, el de Unión, situaría finalmente su escultura. En la entrevista antes mencionada, Deacon se refirió al proceso de sus obras, siempre dominado por la intuición. «No soy especialmente vago, pero estar un poco aburrido y con tiempo libre fomenta un juego especulativo que encuentro fructífero. Esto es válido incluso si la tarea está más definida -como ocurre con los encargos-. No puedes forzar las cosas, es más, a veces perder el tiempo puede hacer que la idea surja más rápido. Por supuesto nada está garantizado -¡tal vez simplemente estés perdiendo el tiempo!-. Los materiales también son un estímulo [...] Si consigo mi objetivo, el título pertenece a la obra de manera muy específica». Una reflexión que cita los principales rasgos que caracterizan la singular aportación de Deacon, Premio Turner 1987, a la escultura.

La información de la piel

Según escribió, la primera idea surgió de la imagen de un árbol bajo un puente, un «árbol caído del cielo», que brotó del fondo liberándose del fango y de la basura. A la imagen del árbol flotante siguieron las de las estructuras que sostenían los puentes; lugares perfectos para intervenir. Al principio, pensó en un objeto abarcable con la palma de la mano. «Si conoces un lugar como el dorso de tu mano no puedes perderte», había dejado escrito en otro momento. Finalmente, y tras experimentar con las formas, Deacon realizó la estructura de tubos huecos entrelazados en acero pulido que dejan ver las azarosas marcas que limpiaron las soldaduras de las distintas piezas que construyen el armazón-circuito de naturaleza orgánica, abierto al aire. “Me parece que cuando miras algo, cuando ves algo, lo que ves es la piel, la superficie externa y que es la única parte de la que recibes información. Si intentas averiguar lo que hay debajo de la piel, descubres otra superficie; aunque por una parte uno sepa que un cuerpo, por ejemplo, está compuesto por un esqueleto, músculos, órganos, etc., lo que constituye un cuerpo para usted, para mí, es una apariencia, una piel y no hay más. Cuando esculpo me resisto a cosas que estén construidas por dentro, porque si lo hiciera escondería el trozo sobre el que he estado trabajando. Mientras que si lo intento y lo hago siempre como si fuera una piel, entonces, tengo un conocimiento continuo de lo que constituye la obra, la superficie», manifestó Deacon en la conversación con Jon Thompson que se publicó en el catálogo de la exposición Entre el objeto y la imagen.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero Deacon sigue fiel a sus ideas sobre la escultura, más allá de lo lógica evolución de sus obras, próximas, sobre todo las realizadas para el exterior, a proyectos de ingeniería aun cuando su vocabulario continúe citando una geometría de naturaleza orgánica con la que explorar nuevas relaciones del espectador con la escultura. Fueron precisamente la percepción, el proceso formal y los materiales los intereses que definieron su escultura. «Quería que el material y el acto de hacer la obra fueran los aspectos más significativos de ella, que se encontraran al mismo nivel que la forma, de modo que la estructura y la forma fueran consecuencia del proceso de hacer la obra y de la estructura del material». Sin pasar por alto los títulos, fundamentales para Deacon, como el resto de los componentes de sus obras por la importancia que concede al lenguaje.

Sigue vigente la presentación que en 1986 se hizo de su escultura: «La descripción que Deacon hace de su método de trabajo es a la vez una declaración sobre su posición filosófica: no quiere que nada sea misterioso, que nada quede oculto. La forma en que están hechas sus obras es transparente y prosaica. Lo mismo sucede con su significado. La escultura está abierta. El viento la puede atravesar». El viento atraviesa desde las dos orillas del Ebro la escultura Water under the Bridge, bajo el Puente de la Unión entre los pilares que lo sustentan.

En cuanto a su estado de conservación: se impone una limpieza de las pintadas. Tarea, por otro lado, de obligado cumplimiento por parte de las instituciones responsables del patrimonio. En este caso, el Ayuntamiento de Zaragoza.