Título: ‘El dios más poderoso. Vida de Walt Whitman’

Autor: Toni Montesinos

Editorial:

Ariel

En la historia de la poesía universal, Hojas de hierba sigue siendo un libro único y mítico. Su autor, Walt Whitman, lo concibió y escribió a mediados del siglo XIX, y hasta su muerte, en 1892, en su casa de Long Island, Nueva York, corrigió los poemas y los reeditó sucesivamente, convirtiéndolos en un auténtico hito y, para muchos, en la nueva voz de América. De unos Estados Unidos que todavía habían de convulsionarse en la Guerra de Secesión, pero que ya apuntaban hacia una serie de características muy específicas, basadas en el vigor y en el ansia de conquista de felicidad de un pueblo joven, multirracial, multicultural, que había decidido regirse democráticamente, por la primera Constitución aprobada en la historia.

Toni Montesinos, en la biográfica que ha dedicado a Whitman y que Ariel acaba de publicar, ilustrándola con fotografías del poeta, bucea en los orígenes del gran vate americano para tratar de establecer sus fundamentos, o de explicar lo inexplicable, esto es, la fuente, el milagro de su poesía ecuménica, de esa voz que parece descender desde unas alturas que ya no son religiosas, dogmáticas, pero sí evangélicas y anunciadoras del nuevo dogma democrático e igualitario.

Hijo de un cuáquero enfermo de alcoholismo y de una emigrante de raíces holandesas, Whitman consideró siempre a Nueva York su ciudad y de alguna manera el símbolo del progreso. Manhattan, que para él seguía siendo Manahatta, el país de los indios regado por el sagrado Paunamoc, será el escenario de sus primeros relatos, publicados tempranamente, hacia 1840, en diarios neoyorquinos. Escritos bajo la inspiración de Charles Dickens, que acababa de visitar Nueva York y se había entrevistado con Washigton Irving, trataban sobre temas sociales, la pobreza, la emigración, los destrozos del alcoholismo en las familias...

En estos primerizos cuentos, el autor abogaba por una existencia más sana y justa, por la celebración de la vida y de los dones, por una suerte de religión natural, derivada de la observación de la naturaleza y de la integración del ser humano en su esplendoroso escenario.

Bien vestido, aunque con su sempiterno aire bohemio, Walt paseaba por Brooklyn, donde dirigía un periódico, y leía a Thureau, Hawthorne y Melville, a quienes consideraba escritores autóctonos, no tanto los «más europeos» Irving o Longfellow.

Sobre todo, leerá, estudiará y visitará en su casa de Comford al filósofo Randoplh W. Emerson, de quien Whitman tomó muchas de sus ideas trascendentalistas. Emerson sería de los primeros en advertir que en Whitman estaba naciendo una nueva voz, tal vez el himno poético de esos Estados Unidos de América llamados a cambiar el rumbo del mundo y de la historia.

Amores, decepciones, sueños, trabajos literarios, viajes, pensamientos... Ese complejo atrezzo que acaba de conformar, sustentar, atormentar, caracterizar a cada gran personalidad va emergiendo con la lectura de esta nueva, interesante y bastante completa biografía sobre el gran Whitman.