Llegó Xoel López el viernes a la sala Mozart del Auditorio entre los vítores de sus muchos y entregados seguidores. Quiero decir que actuó arropado en todo momento por aplausos y sonoras manifestaciones de admiración. Y lo cierto es que para todo tiene este gallego que factura canciones vibrantes y las interpreta con sentido y sensibilidad. Actuó rodeado de teclados, sintetizadores, sonidos digitales y percusiones, y compartió canciones con las tres chicas que lleva en la banda (a eso se le llama paridad de género).

Bien, pues ahí tenemos a López invitándonos al baile mientras las normas anti pandemia nos obligaban a estar quietos en la mata o, lo que es lo mismo, como diría Mariano, sentaditos en la butaca. Es lo que hay, amigos, y gracias que, aunque con restricciones se puede disfrutar de la música en directo. En algunos locales, vaya; desgraciadamente no en todos.

Xoel López es una 'rara avis' en el panorama ¿pop? español. Afortunadamente. Salvando todas las diferencias podría estar cercano, cuando menos en ocasiones, al Franco Battiato de los tiempos de 'Gommalacca', por ejemplo, aunque sus composiciones son menos complejas que las del italiano. Y sus conciertos suelen ser regularmente atractivos. Salvo excepciones, claro.

Creo que el viernes fue una de ellas. O eso me pareció (quién sabe si con la mascarilla y ebrio de gel, aquí el escriba tenía los sentidos abotargados). De entrada, Xoel tiende a actuar con un volumen muy elevado, detalle muy contraproducente en el caso de la sala Mozart. Así las cosas, su voz no llegó tan clara como la habríamos percibido en otro recinto (la interpretación de 'Joana', con apenas instrumentación fue paradigmática, para bien, de cómo se comporta el sonido en un auditorio pensado para escuchar música sin amplificar).

Pero obviemos ese detalle: tuvo uno la sensación de que el ritmo interno del concierto estaba de vacaciones, y de que, mientras algunas canciones nos mostraron al Xoel López intérprete más inspirado y brillante, otras lo fotografiaron algo desenfocado. Pero insisto: probablemente, con esa formación, en otra sala y en circunstancias distintas, la cosa habría sido diferente. En fin…

Piezas como 'El destello', 'Vampiro blanco', 'Si mi rayo te alcanzara', 'Alma de oro', 'Pez Globo', 'Dancehall', la citada 'Joana', 'La espuma de la flor en tu costado', 'Catarata' y 'Tigre de Bengala', todas de 'Si mi rayo te alcanzara', su disco más reciente, compartieron repertorio con otras más antiguas como 'A serea e o mariñeiro'; 'Cometa'; 'Tierra'; 'Balas'; 'Ningún hombre, ningún lugar' y 'Lodo'. En los bises de despedida recordó 'Patagonia' y enlazó un fragmento de 'You Can Call Me Al', de Paul Simon con 'Tigre de Bengala' y 'La Bamba'. Y así, a ritmo de son jarocho (eso es 'La Bamba' y no otra cosa) nos fuimos retirando. Unos a tomar la última antes del cierre de los bares; otros, a sus casas a meditar sobre la condición humana o las propiedades del jamón serrano. 'Chi lo sa?'.