Una ruta arqueológica exprés por el Bajo Aragón y a cubierto. Eso es lo que ofrece el Museo Juan Cabré de Calaceite, un edificio dedicado a la vida y la obra de su hijo más ilustre y que ha permitido perpetuar el trabajo de uno de los pioneros de la arqueología en España. «No hay que olvidar que fue el descubridor del arte rupestre levantino y un gran precursor de importantes investigaciones de la primera mitad del siglo XX», explica la técnica facultativa del museo, Lola Pintado. El edificio del año 1790 tiene piezas desde el Paleolítico y hasta la época hispano visigoda, por lo que permite realizar un viaje a la historia del Bajo Aragón. El museo, además, forma parte de la ruta íbera que se puso en marcha hace varios años y que permite visitar varios yacimientos de la zona.

Hay que remontarse a principios de los años 80 para conocer los orígenes del museo. Un grupo de vecinos, liderados por la ceramista Teresa Jassá (nacida también en Calaceite) comenzó a pergeñar la idea y se puso en contacto con los hijos de Juan Cabré. Su hija Encarnación, también arqueóloga, acogió con los brazos abiertos la iniciativa y ahí comenzaron las conversaciones con el Gobierno de Aragón. «La inauguración del museo en 1987 no hubiera sido posible sin la generosidad de sus hijos, que donaron toda la colección que su padre fue reuniendo a lo largo de su vida», destaca Pintado, que recuerda que la DGA se encargó de comprar y restaurar el histórico edificio.

«En la primera mitad del siglo XX era habitual que los arqueólogos que trabajaban en los yacimientos intercambiaran o conservaran piezas, por eso Cabré reunió una magnífica colección de distintas épocas y excavaciones», subraya Pintado.

Así, el museo exhibe a lo largo de sus cinco plantas puntas de flecha o cerámicas de la Edad de Bronce, piezas de vidrio, metal y hueso de la época romana, hebillas, pulseras y collares de vidrio y ámbar de la época visigoda o calcos de pintura rupestre levantina realizados por el propio Cabré. Sin duda, los objetos más valiosos que exhibe el museo pertenecen al mundo ibérico. Cuenta con falcatas, cascos y una importante colección de exvotos de bronce, la mayoría procedentes del yacimiento de Santa Elena en Jaén. «También hay más de 250 monedas de la época ibérica y romana», indica Pintado, que apunta que el museo cuenta con paneles explicativos a lo largo de todo el recorrido e incluso con una maqueta de una casa íbera. Todos estos atractivos hacen más amena la visita (sobre todo a los niños). «En un futuro nos gustaría reproducir una vivienda íbera a escala real, pero ya veremos si puede ser una realidad», señala Pintado, que recordó que el centro está gestionado por el Gobierno de Aragón.

REFORMADO EN EL 2001 / La planta baja del museo, que fue reformado en el 2001, alberga la sala dedicada la vida de Juan Cabré, con cuadros suyos (el arqueólogo era también un gran dibujante) o dos cámaras fotográficas de principios del siglo pasado. El recorrido se completa en el sótano del edificio con una colección de etnología donada por los vecinos de Calaceite en la que principalmente pueden verse aperos agrícolas.

Todos estos elementos convierten al Juan Cabré en un museo muy variado e interesante, más allá de que sumerge al visitante en la vida de uno de los grandes pioneros de la arqueología en España. Una pasión que le sobrevino muy joven al calaceitano. «Con tan solo 20 años estuvo becado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde destacó como un excelente pintor y dibujante, y cuando regresaba al pueblo le gustaba pasear para practicar su afición de paisajista. En uno de esos paseos y de manera fortuita descubrió el poblado íbero de San Antonio, uno de los mejores conservados de la península; eso ocurrió en 1902 y a partir de entonces empezó a volcarse cada vez más en la arqueología», explica Pintado.

De hecho, solo un año después Cabré descubrió en el barranco de Calapatá, en Cretas (también en el Matarraña), las pinturas rupestres de unos ciervos que resultarían ser una de las primeras manifestaciones conocidas en España sobre un nuevo tipo de arte prehistórico desconocido hasta entonces: el arte rupestre levantino, declarado por la Unesco patrimonio mundial en 1998. «Gracias a estos hallazgos Cabré entró en contacto con los principales arqueólogos europeos de la época e inicio una trayectoria de gran valor», subraya Pintado.

ARTE CONTEMPORÁNEO / Más de tres décadas después de su inauguración, el Juan Cabré se ha convertido en una referencia cultural del Bajo Aragón y sus visitas no han dejado de crecer. El gran salto en este sentido se ha dado en los últimos años gracias también a la llegada de más turistas a la zona. «En el 2016 nos visitaron 4.200 personas y en el 2019 vinieron más de 8.300», destaca Pintado, que recuerda que el museo también exhibe exposiciones temporales (siempre de arte contemporáneo, algo que le hubiera gustado a Cabré, que era un humanista) y realiza actividades para los escolares.