Ni siquiera tiene nombre, es solo el Abuelo, un hombre hecho a sí mismo, dominante y agresivo que le ha dado todo a su familia, salvo lo más importante. A Juan Diego le toca defender a ese ser «espantoso» cada vez que se sube a un escenario para interpretar Una gata sobre un tejado de zinc caliente, el clásico de Tennessee Williams, que dirige Amelia Ochandiano y que se presenta hoy (20.30) y mañana (18.30) en el Teatro Principal, con el aforo casi completo.

La historia es conocida. El desencadenante es la celebración del cumpleaños del patriarcar de la familia, que tiene un cáncer en estado terminal, pero cada personaje tiene un desarrollo profundo y un conflicto personal que estalla. Ochandiano tomó para llevar al escenario la última versión del autor, que introdujo algunos cambios a sugerencia de Elia Kazan, para «darle más protagonista al Abuelo», reconoció la directora, quién señaló que desde el primer momento pensó en Juan Diego, y aunque en un principio este le dijo que no, pronto se sumó al proyecto.

«Me molesta hablar mal del personaje. Es espantoso, pero yo soy tan mierda como él, porque todo lo que ocurre lo provocamos nosotros. Dentro de mí está todo, pero también de todos vosotros», aseguró ayer el actor. Conocedor de la esencia del ser, su objetivo es «llegar a entenderlo y quererlo», por eso, lo que le aporta es «la verdad, la defensa de una idea. Yo no tengo que que hacer bueno al personaje, yo lo que quiero es que sea verdad, que tenga sus razones» para ser como es», explicó Juan Diego. Y es que a la hora de elegir un personaje, el actor sevillano quiere que «la historia sirva de algo, que la gente reflexione, que ría, en definitiva que cumpla el cometido para lo que sirven las bellas artes». Y el Abuelo, lo tiene, al igual que el Ricardo III que le dirigió el zaragozano Carlos Martín.

HUIR DE LA REPETICIÓN / Juan Diego le aporta al personaje su propia mirada, «lo que yo siento, busco en mí». Sin embargo, al prepararlo no quiso ver la película de Richard Brooks protagonizada por Paul Newman y Elizabeth Taylor. «Rehuyo de ver. Hay mucho que aprender, pero hacerlo en ese momento sería una repetición», afirmó.

En esta versión se añade al título Una gata sobre el tejado de zinc caliente, porque no es solo un personaje el que está al borde del caos sino que la crisis es para todos «y poco a poco va estallando», relató Ochaindiano; quién definió al Abuelo como alguien «duro, pero al tratarlo desde la tripa y desde la verdad, le van apareciendo aristas de humor y de cotidianeidad».

También es duro trabajar con Juan Diego, porque es «un mihura», aunque «yo soy tremenda», señaló la directora, a lo que el actor apostilló: «Es un oficio difícil. La virtud de Amelia es que es actriz y buena y conoce los problemas que se dan arriba (en el escenario)». Además, se justificó diciendo que «hasta que no soy personaje, no soy tremendo».

Junto a Juan Diego, el elenco lo completan Eloy Azorín, Maggie Civantos, Ana Marzoa, José Luis Patiño y Marta Molina, «cada uno con su método» y con «crisis creativas pero no personales» entre ellos, señaló Ochandiano, para quien este proyecto es «muy exigente».

reivindicación de la palabra / Tanto directora como actor reivindicaron el teatro de calidad. Juan Diego fue más allá e insistió en que para un teatro es «obligatorio ofrecer textos de la palabra, de la verdad y de la vida» como el que ofrece este fin de semana Una gata... en el Principal. En este sentido, se quejó de que existe una avalancha de «juegos, series de televisión y los niños ya no hablan de teatro en el colegio». Por eso, señaló como «urgente el posicionamiento de la gente de la cultura; y así decir que no nos vamos a quedar sin lo que somos y somos palabra», enfatizó.