Los conciertos Youssou N'Dour, que regresaba 14 años después, y Tinariwen ofrecieron en el escenario del pantano de Lanuza del XXVI Pirineos Sur una deslumbrante muestra de música africana de la que disfrutaron en directo casi 4.000 personas, en el segundo fin de semana de programación musical.

La gran estrella de la música africana y una de las bandas con más proyección del continente negro se dieron la mano en una noche en la que ritmos tribales y guitarras brillaron de manera esplendorosa, informa la organización en una nota de prensa.

Como un león de Senegal saltó al escenario Youssou N'Dour con el objetivo de convertir al público en su presa, y para lograrlo recurrió a su infalible arma, "Set".

Catorce años después de su última visita, el senegalés de volver a auparse al trono que ocupó en su momento y siguió con "Limba wassao", "Bamba", Song daan" y "Baykat" con el acompañamiento de unos músicos expertos en catarsis rítmicas.

Uno de los grandes momentos de la noche no tardó en llegar: la inmortal "Seven seconds", que fue uno de los momentos más coreados hasta ahora en el festival y, probablemente, de lo que queda. Continuó con unos aires más jazzísticos pero igual de emocionantes.

Su último trabajo, "Afrika rekk", pasó un tanto desapercibido (apenas "Be careful") y N'Dour apostó por buena parte de los éxitos que le han dado la fama. Fue una decisión segura, viendo el gran final con "Senegal rekk", "Happy" y "I love you".

A sus 57 años sigue poseyendo una de las voces más bonitas de la actualidad, a través de la cual sigue defendiendo África, y maneja de manera férrea a una banda que vive para el ritmo, con cuatro percusionistas, que resultó fundamental para su éxito.

Por su parte, Tinariwen ataviados de tuaregs y portando un arsenal de guitarras, dejaron una estampa sobre el escenario del pantano altoaragonés cuanto menos chocante.

Con la normalidad que conlleva haberse recorrido una buena parte de salas de conciertos y festivales de España, el septeto comenzó su exhibición de manera calmada, con unos sonidos tan cálidos que hasta venían bien para compensar la fresca noche que se vivía junto al pantano.

Sin prisa, desarrollaron su propuesta, basada en la mezcla de la cultura africana con el blues y la pasión por la guitarra eléctrica, "Kel tameshek", "Chet Boghassa" o "Nezagh ajbal" con la voz de Abdallah Ag Alhousseini sirvieron para sentar cátedra; "Issekad" supuso el primer aviso de arrebato polirrítmico; y con "Aymana" entraron en trance con la voz de Mina Wallet Oumar.

Para entrar y disfrutar al máximo de un concierto de Tinariwen hay que dejarse llevar por su mantra y ritmos, rendirse sin remedio a ese ritmo mantenido por hermosos arpegios y certera percusión. Y eso es lo que hizo el gozoso público que abarrotaba las primeras filas; y se fue contagiando a las filas de atrás cuanto más avanzaban en el repertorio.

La infección fue imparable en la recta final, cuando ya desatados demostraron por qué son famosos más allá del desierto de Mali.