El IAACC Pablo Serrano acoge desde ayer la exposición temporal El otro Bigas Luna: la seducción de lo tangible, una muestra que recoge lo múltiples trabajos plásticos que el desaparecido director barcelonés realizó de manera paralela a su carrera cinematográfica. Estos trabajos, cedidos por su viuda Celia Orós, y caracterizados por su conexión con la naturaleza y sus rudimentarios métodos de manufacturación, permanecerán en el centro zaragozano hasta el próximo 10 de diciembre.

El acto de presentación de la muestra, que mantuvo un ambiente distendido con intervenciones del público, estuvo presidido por el director general de Cultura y Patrimonio, Nacho Escuín; el director del IAACC, Julio Ramón; la comisaria de la exposición, Raquel Medina y el periodista y escritor Antón Castro.

«La mayoría de la gente conoce a Bigas por su carrera como director cinematográfico, pero paradójicamente esa no fue la faceta de artista que más continuó, ya que hasta en dos periodos abandonó temporalmente el cine, una disciplina que le absorbía la mayor parte del tiempo y que le obligaba a manejar muchas responsabilidades. Por el contrario, jamás abandonó la pintura, que siempre fue su contrapunto solitario de liberación absoluta frente a todo aquello y que le permitió evolucionar como artista conceptual desde la década de los 70» aseveró Medina, que descubrió la faceta artística del director cuando Orós se puso en contacto con ella. «Cuando finalmente las vi me di cuenta de que no podía hacer un simple catálogo», indicó la comisaria.

Las obras que se pueden disfrutar desde ayer en el Pablo Serrano corresponden a una enorme colección que Bigas catalogó como «obras de huerto», un compendio de trabajos que el artista realizó en el huerto de su finca mediante métodos rudimentarios y procesos de manufacturación tradicional. «Bigas jamás utilizó pinceles, por el contrario usó para pintar hojas, cañas, ramitas o incluso calsots, lo que llama la atención ya que contra todo pronóstico conseguía trazos increíblemente depurados» indicó Medina, que destacó de entre todas las obras los enormes telares sobre los que el autor realizó intervenciones con animales de granja, dejándolos expuesto al deterioro y al paso del tiempo. «Él siempre había tenido que trabajar en pequeñito a causa de sus viajes, de modo que en el momento en que se pudo permitir trabajar en un huerto se trajo unas lonas del palacio de Shangai y comenzó a trabajar a lo grande, pasando por encima de las obras con sus burros, siempre dentro de su ideología de que el deterioro y la intemperie formaban parte de la obra» indicó la comisaria.

ANTI-MUEBLES Al margen de estas inmensas lonas, en la exposición se pueden encontrar lienzos, fotografías o esculturas conformadas con papeles, así como muebles abstractos definidos como anti-muebles. «Llegó un momento que Bigas se hastió del diseño de muebles, de modo que decidió invertirlos y crear una estructuras inestables sin uso práctico a las que bautizó de ese modo» indicó Medina, que quiso destacar también la importancia de la exposición al ser la «muestra más grande jamás reunida de obras vinculadas a las obsesiones e imaginario personal de Luna».

«Esta obra nos dice de Bigas Luna que era una persona con una capacidad creativa inmensa, hiperactivo, que no podía estar sin crear un solo segundo y necesitaba lo tangible para existir, ya que para él el cine era algo virtual, no podía tocar las imágenes. Así que de alguna manera necesitaba estar en contacto con lo manual, con la tierra, con la naturaleza» indicó la comisaria. «El resultado es ese estilo primitivo, unas figuras que a priori pueden parecer de una civilización antigua, del neolítico o del paleolítico, y que en el fondo escondían una filosofía y un modo de vida abiertamente mediterráneo que giraba alrededor de tres pilares, la espiritualidad, el sexo y la comida, en definitiva, un canto a la vida» añadió Medina, que a su vez indicó que Luna realizó estas obras «sin ninguna pretensión comercial» y con el único propósito de «investigar lo que le pedía el cuerpo».