Hacerse una foto con la Legión 501, cruzarte con Batman o con Picachu, participar en un juego de pistas, conseguir un abrazo gratis o bailar en grupo con el Just Dance 2019 mientras otros te animan. Solo hay un lugar en el mundo en el que todo esto es posible, y es el Salón del Cómic de Zaragoza, en el que además, se pueden comprar y descubrir tebeos, asistir a interesantes charlas, conseguir la firma de tu autor favorito y si es posible, parasar un rato de charla con él.

La cita vivió ayer su segunda jornada en la sala Multiusos y, como ya es tradicional, la más multitudinaria, tanto que sobre las 18.30 horas hubo que cerrar las puertas y colgar el cartel de aforo completo. Unos 20 minutos después, volvieron a abrirse y, aunque lleno, las entradas y salidas fueron continuas. A las 20.30 horas, se habían vendido alrededor de 8.000 entradas, aunque las visitas eran muchas más, ya que la entrada vale para todo el salón. A esa hora comenzaba a desaparecer la fila del concurso de Cosplay, todo un éxito, igual que todas las actividades y firmas, que estuvieron a rebosar durante toda la tarde.

Por la mañana, sin embargo, aunque había mucho público, se podía pasear entre familias y aficionados que iban buscando algún título en particular o una idea «para comenzar una serie», según iban comentando una pareja. A su lado, un chaval caminaba con un cartel de Abrazos gratis y un poco más adelante, Batman (sí, el mismo) se hacía una foto con dos niños. ¿Qué pasó cuando se cruzaron? Siguieron cada uno su camino.

No hay que perder el tiempo, porque el Salón ofrece infitintas posibilidades. Y si no que se lo digan al grupo de jóvenes que jugaba con sus consolas en la zona manga o a los que participaban en un juego de pistas (y dibujaban para conseguir pasar de nivel). Mientras, Antonio Altarriba, Keko o Marta Alonso firmaban ejemplares en el estand de firmas, ese que aparece coronado con el homenaje a Carlos Ezquerra. Tampoco pararon de hacer dibujicos dedicados Loulogio, Enrique V. Vega, con sus Cabezones; los Cocinicas y el resto de autores. En el estand de Tebeo de piña si te acercabas podías llevarte el tebeo y un regalo, un caramelo... de piña claro. En el espacio infantil, los más pequeños bailaban desenfrenados mientras cada uno intentaba que su pañuelo no tocara el suelo. Y también había quien aprendía a dibujar cómics en un taller.

EL PAPEL DEL CÓMIC

A los aficionados al género también les gusta debatir sobre etiquetas. Que si es tebeo, cómic o novela gráfica; que a quién está destinado, que cual es su papel... Javi Royo, Sagar Forniés, Abel Ippólito, Cristina Durán y Miguel Ángel Giner participaron en una charla sobre Cómic que ayuda. Durán y Giner son ya veteranos. En Una posibilidad entre mil contaban su experiencia como padres de una niña con parálisis cerebral («una historia dura pero positiva», dijo ella), en La máquina de Efrén, la adopción de su segunda hija; y ahora en El día 3, el accidente del metro de Valencia ocurrido en 2006. «Me interesa mostrar otra visión de Valencia, lejos de la corrupción», señaló Giner.

Abel Ippólito firmó Kiwi, sobre un padre que no soporta a su hijo. «Me atormenta el tema de la injusticia», afirmó; mientras que Sagar Fornies habló de Un regalo para Kushbu, un trabajo colectivo que no es otra cosa que el retrato de nueve personas llegadas a Barcelona desde Nepal, Níger o Marruecos esperando una vida mejor. «Como autor, me gusta sentirme útil», dijo. Javi Royo por su parte, recordó su Escuela, su cómic inspirado en talleres realizados en Senegal con niños. «Es importante hablar de temas no muy conocidos. Nosotros no conocemos la realidad de África y ellos tienen una idea muy tópica de los que es Europa», reconoció.

Para divertir y pasar un buen rato; para concienciar o mostrar otra realidad, para todo esto sirve el cómic y el salón. Hoy, la última oportunidad.