El arquitecto argentino Alfredo Scaglioni, afincado desde hace doce años en la capital aragonesa, lanza el libro Zaragoza a lápiz, editado por su hijo Pablo. Se trata de una recopilación de 40 ilustraciones dibujadas a lápiz de rincones y monumentos emblemáticos y otros no tan conocidos de la capital del Ebro.

Como complemento al libro, se ha diseñado también una aplicación gratuita disponible para dispositivos móviles. Funciona enfocando la cámara del teléfono hacia los diferentes planos que se encuentran en el libro. Así, esos edificios desaparecidos, como el Teatro Pignatelli, la Torre Nueva o el Castillo Palomar, y actuales de la ciudad se pueden disfrutar en tres dimensiones.

La técnica utilizada por el autor se compone de una mezcla del dibujo en lápiz "sin entintarlo, como es habitual, porque me gusta la plasticidad del lápiz, la calidez que le da", combinado con el dibujo digital realizado con el ordenador. El autor argentino reconoce que pintándolo con el ordenador tiene "más posibilidades como modificar un dibujo de día y hacerlo de noche o resaltar colores".

MOSTRAR LA COTIDIANIDAD

"Hacer imágenes de Zaragoza desde un punto de vista distinto". Con esta pretensión ha surgido Zaragoza a lápiz tras más de dos años de trabajo. Scaglioni comenzó en Zaragoza pintando al óleo y luego empezó a pintar bares de la ciudad. "Vi que al hacer cuadros de la vida cotidiana era más interesante para la gente. Reconocer el bar donde desayunan, donde van por la tarde", explica el autor. Para mejorar esas historias, Scaglioni realizó un curso de narrativa gráfica y comenzó a hacer algunos cómics e ilustró con ellos una novela ambientada en Zaragoza, que estaba escribiendo su hijo Pablo. Así, el arquitecto dibujó el Arco del Deán y el Gran Café y los colgó en el blog Zaragoza a lápiz, "y gustaron mucho".

A partir de este momento comenzó a colgar cada semana un dibujo, y tras ello le incorporó a cada uno un pequeño reportaje gráfico en español, inglés y chino para los turistas de Zaragoza, ya que, según reconoce Scaglioni los textos "tenían más éxito fuera de España que los propios dibujos". Sin embargo, el autor insiste en que "no es una guía turística".

Estos dibujos han tenido una trascendencia tal que incluso el Real Zaragoza contactó con el autor para pedirle un dibujo de La Romareda para incluirlo en los carnés. El autor destaca la portada y la contraportada, que es una vista al río desde una de las torres de la basílica del Pilar, que llevó "más de un mes de trabajo", según reconoce el autor.

Cada vez que sale a caminar, cámara en mano "veo rincones" para dibujar en un futuro e incorporar a su Zaragoza antigua en tres dimensiones, aunque eso no se verá hasta el año que viene.