El Centro de Historias de Zaragoza acoge hasta el próximo 1 de diciembre la exposición Patrimonio industrial. La historia reciente de Zaragoza, que repasa los últimos 150 años de la ciudad más allá de la arquitectura.

La perspectiva trata de abarcar también la evolución social, económica y de la mentalidad de una ciudad que empezaba a desarrollarse industrialmente. Esta «revolución industrial» zaragozana no solo trajo decenas de chimeneas, sino que supuso la llegada de nueva maquinaria, talleres y almacenes.

A lo largo del espacio expositivo se exhiben 211 piezas que nos devuelven a un pasado no tan lejano, como un antiguo surtidor de gasolina o una muñeca de 1,80 metros, que era reclamo publicitario de los colchones Pikolín.

El crecimiento de una ciudad/Durante el recorrido, diferentes murales y planos explican cómo se expande la ciudad, cuando las fábricas se trasladan a las afueras. Especial mención merecen el tranvía, el ferrocarril o los puentes, con imágenes de las inauguraciones del Puente de Santiago y del Puente de Hierro, así como del antiguo puente de ferrocarril, actualmente de La Almozara. Pero uno de los principales atractivos de la exposición son los productos novedosos que salieron de estas factorías zaragozanas, como la fregona del ingeniero logroñés afincado en Zaragoza Manuel Jalón, la pasta de dientes Kemphor, la olla a presión de Bellvis, las lavadoras Balay, la gaseosa Konga o los Lacasitos y Conguitos de Chocolates Lacasa. También se puede ver la evolución de otros productos a lo largo de los años, como los cafés Orús y El Criollo o las cervezas de La Zaragozana, que fueron las primeras en fabricar cerveza sin alcohol y de las que se exponen antiguas cajas, sacos y barriles.

El recorrido finaliza con un audiovisual que recoge secuencias del devenir de Zaragoza durante el último siglo y medio, después de una última sala donde se concentra el apartado más social de la industrialización de la ciudad, con piezas como un antiguo reloj de fichar.

En palabras de la vicealcaldesa de Zaragoza y consejera de Cultura, Sara Fernández, esta exposición explica por qué la ciudad es una herramienta importante de reflexión de cara al futuro. H