En una velada irrepetible, el cantante italiano Zucchero presentó el jueves en el Royal Albert Hall de Londres su último disco, Zu&Co , que saldrá a la venta el 17 de mayo. Gracias a un poder de convocatoria fuera de lo común, el músico logró reunir en el escenario a muchas de las estrellas (y, sin embargo, amigos) que han colaborado en el disco, integrado por 18 dúos, casi todos ellos ya conocidos.

En el escenario londinense, Zucchero, cuyo verdadero nombre es Adelmo Fornaciari, cantó a los ángeles celestiales con Luciano Pavarotti, se deslizó por las cadencias morunas del rai con el argelino Cheb Mani y se entregó a las guitarras de Eric Clapton y Brian May. El líder del grupo mexicano Maná, Fernando Olvera; la cantante de Cranberries, Dolores O´Riordan; Paul Young, y el irlandés Ronan Keating fueron sucediéndose en un festín de más de dos horas, muy del agrado de los 5.000 espectadores que llenaban la espectacular sala circular londinense.

Las cámaras de la televisión italiana retransmitieron el espectáculo, cuya grabación se pondrá a la venta en DVD. Especialmente llamativa fue la aparición en silla de ruedas del reverendo Solomon Burke, que fue trasladado a un trono, desde el que cantó una pieza de soul.

"Lo preparamos todo muy rápido y no es fácil reunir a tanta gente, pero ahora que ya todo ha pasado estoy feliz y aliviado", señaló el cantante el día después del concierto, cuyos beneficios fueron a parar a la agencia de refugiados de la ONU. El lugar elegido para la presentación mundial tiene una especial significación para él. "Empecé en el Royal Albert Hall hace 15 años, cuando me invitó a tocar con él mi amigo Eric Clapton, que creyó en mi música", afirmó el cantante, que el próximo 7 y 8 de julio llevara Zu&Co a Madrid y Salamanca.

El nuevo disco, comentó, es "una continuación" de Shake , su anterior trabajo, e incluye un solo dúo que no se ha escuchado antes, Dune Mosse , en colaboración con el desaparecido Miles Davis. En el futuro, dando un paso más en la línea de su desconcertante flexibilidad creativa, capaz de contaminarse de todos los estilos, el italiano quiere "hacer una mezcla con el flamenco" y asegura tener guardada en casa una grabación con Paco de Lucía.

Ciudadano del mundo, con casas en Londres y Nueva York, es de su finca agrícola de cultivos biológicos, en la Toscana, no lejos de la de su amigo Sting, de la que Zucchero, se siente más orgulloso. "Nos autoabastecemos", explicó el músico, que, hablando de su país, dijo lamentar "la vergüenza en la que se ha convertido la política italiana".