Isabel García es carnicera desde los 16 años y es ahora cuando le ha tocado reinventarse. «Por suerte, al trabajar con un producto ecológico contamos con las herramientas adecuadas para garantizar la trazabilidad, algo esencial en la carne ecológica certificada. Si la higiene y la limpieza era antes el primer pilar de nuestra empresa, ahora ese esfuerzo en la desinfección se ha redoblado. Así garantizamos la seguridad de nuestros clientes y la nuestra propia», explica Isabel, carnicera de Carnísima. Ahora, predominan los pedidos on line, por teléfono, Whatsapp o correo electrónico. A las nuevas formas de adquirir la carne se suma el cambio en la rutina de la compra. «La gente se planifica las salidas como la cita del médico o la peluquería. Llaman y organizo la jornada con los pedidos que tengo y les doy hora. Tenemos una organización muy buena», dice la carnicera. «Compran mucho una vez para no salir más, entonces lo pongo en ‘paquetitos’, envasado al vacío, y lo ven muy bien porque le ponemos mucho mimo a la carne», continúa Isabel. Ejemplo de ello son los correos que les llegan «diciendo lo bien que está todo y lo agradecidos que están», un impulso «para ir al día siguiente con más alegría», expresa. Una alegría que lleva a Isabel a «tener la satisfacción y el orgullo de que estamos haciendo un bien social. Trabajamos muy contentos porque estamos ayudando a la gente con nuestra labor. Además, trabajamos más que nunca, porque en este momento en el que las personas valoran más la salud, vender carne ecológica es una ventaja importante», afirma Isabel, para quien «todos somos importantes y necesarios».