En diciembre se celebró el 25 aniversario del nacimiento de Las Abejas de Acteal: un proceso organizativo de 8 comunidades del municipio de Chenalhó que surgió en un contexto de violencia y violaciones a los Derechos Humanos sobre todo hacia los pueblos indígenas.

Es un proceso diferente al del EZLN aunque se pronunció en solidaridad con sus principios y fines, pero con sus medios.

También se conmemoró el 20 aniversario de la masacre del 22 de diciembre de 1997, cuando paramilitares protegidos por el estado mexicano en el contexto de guerra de contrainsurgencia atacaron la iglesia en la que se había refugiado la población y masacraron a 45 personas y 4 bebes no nacidos que arrancaron del vientre de sus madres. Algunos de los participantes en la masacre cumplieron cárcel pero los autores intelectuales permanecen impunes, hoy incluso los que pasaron por la cárcel están libres y los paramilitares armados han regresado al territorio.

La propia organización de Las Abejas, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba) y la diócesis de San Cristóbal de Las Casas trataron de alertar con antelación de la inminencia de la masacre pero fue en vano.

Guadalupe sobrevivió y fue testigo de la matanza. Tenía entonces 10 años, y su padre asesinado le hizo huir a tiempo. Hoy, Lupita es concejala del Concejo Indígena de Gobierno y, junto a la vocera de ese concejo, Marichuy, recuerda la historia y recogen firmas para que Marichuy sea candidata independiente a la presidencia de la República.

El poeta Juan Bañuelos afirmó: «La masacre de Acteal significa que matando a las mujeres se destruye un símbolo de la resistencia: el fin es matar la semilla».

Las consignas que repiten son «organización», «resistencia» y «rebeldía», en lugar de promesas.