La estación de agua de Allouk, que abastecía a 400.000 personas en la ciudad de Al-Hasakah y sus alrededores, permanece inoperativa después de ser bombardeada durante días, según informan los equipos sobre el terreno de Acción contra el Hambre. Sin embargo, aunque la oenegé intenta repararla, no pueden acceder a la ciudad debido a las hostilidades en curso. «Estamos preparados para poner en marcha nuestra respuesta de emergencia en los barrios de Al Nashawa y Ghweran en cuanto las condiciones de seguridad lo permitan. Un plan que incluye la distribución de agua mediante camiones cisterna, la instalación de tanques de agua, y distribución de kits de higiene y comida», añade Chiara Saccardi, responsable geográfica de Acción contra el Hambre para Oriente Próximo. Los desplazados, que se cuentan por miles -unos 190.000- están buscando refugio con sus familiares o en centros de acogida: «Las escuelas se están utilizando como centros de acogida. Hasta el momento y según los últimos informes, al menos 14 escuelas acogen a parte de la población desplazada en la ciudad de Al-Hasakah y otras 18 en Tal Tamr. Los hospitales en Ras Al-Ain y Tel Abyad han dejado de estar operativos desde el 11 de octubre», explica Saccardi. Cada aula está ocupada por una familia y sus parientes. Algunas aulas son compartidas por varias familias con un solo tutor, como las mujeres que han perdido a sus esposos porque han sido reclutados o se han unido a las Fuerzas Democráticas Sirias. «Necesitamos un acceso sin trabas para poder atender a la población afectada. Estamos muy preocupados por la posibilidad de que el Gobierno turco traslade a la fuerza a los más de 3,6 millones de refugiados a la franja kurda del noreste, donde no son bienvenidos», refleja Manuel Sánchez-Montero, director de incidencia de Acción contra el Hambre.