El pasado lunes, como cada 20 de febrero, se celebró el Día Mundial de la Justicia Social. Este año el lema escogido por las Naciones Unidas era «Prevenir los conflictos y mantener la paz con el trabajo decente», con el que se pretendía poner el foco en la necesidad de una economía que respete los límites del planeta que son finitos, y que sea sostenible y compatible con el bienestar humano, no solamente con el crecimiento del consumo material. Para ello, es necesario acabar con realidades tales como que en el mundo 780 millones de personas que trabajan no ganan lo suficiente para sustentar a sus familias y salir de la pobreza.