Vamos a pararlo todo parando todas. Sin diferenciar nuestra edad o procedencia, nuestras habilidades o identidades, nuestras sexualidades, estudios o posición en la sociedad. Si nosotras paramos, paramos el mundo. Un fuerte lazo nos une a las reivindicaciones históricas de las mujeres, a los anteriores 8M tomando calles, a las que fueron quemadas por brujas, encarceladas por locas o molestas, o a las que lucharon por adquirir derechos sociales. Y por las que, ahora, luchamos para construir un mundo libre y sin opresiones.

Desde la Economía Social y Solidaria nos adherimos en bloque a esta huelga general, a esta huelga feminista. Cada empresa y cada una de nosotras nos sumamos porque nuestros valores coinciden con las economías feministas y nuestro objetivos son comunes.

Nos convocamos para detener la inercia de una sociedad que apoya sobre nosotras las cargas invisibles que la sustentan como es: desigual, racista, fracturada y violenta. Hacemos huelga para visibilizar, desplazar y repartir esas cargas y para comenzar a establecer unas bases en que las mujeres desplieguen nuevas opciones vitales.

Pararemos el 8 de marzo. Haremos una huelga feminista extendiendo el concepto de paro laboral a todos los ámbitos en los que las mujeres vivimos amenazadas, en los que la vida individual y social está en peligro.

Pararemos en los lugares de trabajo por ser espacios que aprovechan el patriarcado y el capital mano a mano. Porque reivindicamos igualdad, conciliación, reconocimiento y justicia. Pararemos en las aulas, y aprovecharemos para defender de nuevo una educación pública, laica, feminista y de calidad. Pararemos de cuidar porque somos dueñas de nuestros cuerpos, deseos y tiempos, y para denunciar un orden que hiere y mata con la complicidad del modelo social y económico masculino. Paremos de consumir porque el sistema económico, encarnado en el consumismo, está cimentado en la explotación de los débiles. Y detener el consumo frenético para sustituirlo por opciones responsables es atacar el centro de la injusticia.

Pararemos ese día, seguiremos en pie al día siguiente, mantendremos vivos nuestros vínculos y nos defenderemos de un patriarcado que tiene razones para sentirse amenazado. Y no nos detendremos hasta alcanzar lo propuesto. Pararemos porque creemos en los cuidados, en su valor y en su justo reparto. Pararemos para que se ponga la vida en el centro y hacer el mundo feminista.

En Zaragoza, Huesca y Teruel, en cada barrio y en cada casa, en las aulas o centros comerciales, todas decimos basta. Rompemos con las situaciones que nos esclavizan y matan. Paramos para denunciar nuestra precariedad y pobreza, las tutelas patriarcales o las mil caras del machismo y sus violencias.

Ese día, estrechamos redes y construimos vínculos para cambiar el mundo. Para ponernos en marcha, el 8 de marzo lo paramos todo.