Algunas personas ya estaban comprando cantidades adicionales de agua antes de la reducción, y ahora tienen que comprar incluso más agua para ellos mismos, aumentando los gastos diarios, lo que afecta mucho a sus medios de sustento. La compra de agua tampoco está controlada y, a menudo, es de muy mala calidad, con un posible impacto en la salud de los beneficiarios. También se reduce la eficacia de la ayuda humanitaria cuando las personas mezclan agua segura (entregada por oenegés) con otra insegura en los mismos contenedores.

«Desde Acción contra el Hambre buscamos responder a esta situación para proporcionar el nivel más básico de asistencia a estas poblaciones y garantizar su derecho a agua potable y saneamiento, reforzar la estabilidad social, y abordar esta situación de emergencia antes de que llegue a niveles de crisis», afirma Edgar Barata, coordinador de agua, saneamiento e higiene de Acción contra el Hambre en Líbano. La oenegé reforzará con fondos de la cooperación española y sueca estos servicios básicos para cerca de 3.000 personas en el valle del Bekaa.