Mientras las oenegés y los organismos internacionales que trabajan con población refugiada hacen un llamamiento a los gobiernos del mundo para que no la abandonen a su suerte en plena crisis del covid-19, en otros lugares del mundo son los propios refugiados quienes se están organizando para ayudar a sus sociedades de acogida a sobrellevar esta emergencia.

«Vivimos, y seguimos viviendo, una crisis como refugiados», dice Shadi Shhadeh, de 34 años. Es originario de Daraa, al sur de Damasco, y llegó a Suiza en el 2013. «Eso probablemente nos hace estar en una mejor posición para entender que hay una crisis y cómo ayudar».

En cuando estalló la crisis sanitaria, Shhadeh pensó cómo podía echar una mano al país que le dio protección, y movilizó rápidamente una red de voluntarios para ir al mercado y hacer recados para los mayores, los enfermos y otros colectivos de riesgo ante la pandemia. La comunidad siria entró en acción, aprovechando un profundo sentido de responsabilidad por quienes más lo necesitan y años de experiencia sobreviviendo al peligro y la incertidumbre.

Somos un grupo de refugiados sirios, listos para ayudarles a quedarse en casa al hacer sus compras, se lee en el colorido póster que proporciona un contacto. «Una mujer llamó y dijo: ‘No soy una refugiada, ¿puedo igual hacer uso de este servicio?’. Dije: ‘Por supuesto, Ahora, todos somos refugiados’», comenta Shadi.

“El objetivo de esta campaña es ayudar a las personas a permanecer en su zona protegida”, explica. En este caso, esa zona es su hogar. “Estas personas se están protegiendo a sí mismas, pero también están protegiendo nuestro sistema médico”, agrega.

El colapso de los servicios de salud es algo que millones de sirios han experimentado en el transcurso de nueve años de guerra civil, especialmente cuando los hospitales se convirtieron en blanco de ataques. «Sabemos qué es un sistema médico que está cayendo», asegura Shadi Shhadeh. «Algunas personas murieron por pequeñas lesiones porque no recibieron tratamiento, y no queremos llegar a eso. Si nos mantenemos unidos ahora, apoyaremos el sistema médico».

La red que fundó Shadi está compuesta por 26 voluntarios, 18 de ellos sirios. Hasta ahora, el grupo ha hecho compara para cientos de personas en Ginebra y Lausana, y su red de voluntarios crece día a día.