Putin y Erdogan, los presidentes de Rusia y Turquía respectivamente, anunciaron el pasado jueves un acuerdo para un alto el fuego en Idlib. El acuerdo firmado contempla «el fin de las acciones militares» en la zona segura en Idlib y la creación de un «corredor de seguridad» de seis kilómetros. En este sentido, han incidido en que «el conflicto no puede resolverse por la vía militar» y han expresado su apoyo a la mediación de la ONU para lograr un acuerdo político. Por su parte, Naciones Unidas ha señalado que la crisis humanitaria en el noroeste de Siria «sigue profundizándose, con consecuencias devastadoras para los cuatro millones de civiles que viven en la región que componen Idlib y el norte de Alepo». Así, ha incidido en que cerca de un millón de personas, lo que supone un tercio de la población total en la zona segura en Idlib, se han visto forzadas a huir de sus hogares desde diciembre del 2019. «Todos los niños de Siria están soportando el impacto de esta guerra despiadada y continuarán sufriendo aún después de que por fin se silencien las armas», ha subrayado la directora de UNICEF, Henrietta Fore.