Zaragoza celebra su primer año como Ciudad por el Comercio Justo. Desde el 11 de mayo del 2017, la capital aragonesa comparte ese título con otros 17 municipios españoles que «reconocen el comercio justo como un instrumento de apoyo a la cooperación para el desarrollo en el combate contra la pobreza. Es una apuesta de la Administración pública por un tipo de comercio que ponga en el centro a las personas y el medio ambiente, que ofrezca a la ciudadanía una forma responsable de consumir y que fomente entre el sector empresarial la compra de productos de comercio justo».

Quien explica qué significa eso de ser una ciudad por el comercio justo es Marta Mangrané Cuevas, trabajadora del área de acción social y cooperación de Iniciativas de Economía Alternativa y Solidaria (IDEAS). Esta es la organización de comercio justo que coordina en España el programa a través del que se otorga ese título, y que se encarga de ayudar a las localidades a conseguir esta distinción, apoyándoles y asesorándoles en todas las materias.

El Ayuntamiento de Zaragoza y la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS), que fueron los grandes impulsores de las medidas necesarias para la obtención del título, celebraron el pasado jueves este primer aniversario con una comida en la Escuela de Hostelería TOPI de la Fundación Picarral. Como no podía ser de otra forma, los ingredientes de comercio justo fueron la estrella del menú, aunque compartieron protagonismo con productos ecológicos de proximidad procedentes de la huerta zaragozana.

Tal y como apunta Javier Parcero, técnico de comercio de justo en la FAS, esta alternativa de consumo «ha trascendido ya hace tiempo el ámbito de las oenegés». Por eso, la celebración de la comida fue «una ocasión para que las organizaciones pudiéramos hablar para unir fuerzas con los diferentes actores de esta ciudad implicados en el comercio justo, como empresas de alimentación, asociaciones de consumidores, de comerciantes o de hosteleros, la Administración y los medios de comunicación». Y quizás fue también el germen de un foro de diálogo y trabajo más estable, que se reúna con cierta periodicidad para dinamizar el sector.

Según el alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, detrás del título logrado hace un año está «el gran esfuerzo» que administraciones, empresas y tejido asociativo han hecho «para acercar el comercio justo a la ciudadanía». Una labor en la que el ayuntamiento ha ejercido como coordinador, «trabajando en común con todos los gremios y sectores implicados para darle la máxima difusión».

El primer edil pone como ejemplo que, solo en el 2017, el comercio justo pasó en Zaragoza pasó de tener 22 a 34 tiendas, además de varias decenas de bares y restaurantes. «14 establecimientos nuevos en un año es un gran logro», asegura el alcalde, «y a esto hay que sumar todo el esfuerzo que hacen las oenegés por la distribución de estos productos». Además, «cada vez son más los tipos de comercios y empresas que se suman, y por eso creo que vamos en la buena dirección», añade.

Pero la relación de Zaragoza con esta forma alternativa de consumo viene de lejos. El consistorio desarrolló un estudio «para ver en qué punto estábamos, y muchos de los criterios para ser Ciudad por el Comercio Justo ya se cumplían desde hacía bastantes años», expone Manuel Pérez, técnico municipal de cooperación para el desarrollo. «La idea de lograr este reconocimiento fue un espaldarazo a la hora de ponernos a trabajar para poder cumplir con los criterios que nos faltaban para ponernos al nivel de otras ciudades que ya tenían el título», señala.

Un trabajo que no ha culminado, puesto que la distinción que Zaragoza obtuvo en el 2017 no es para siempre. Anualmente, un grupo local de trabajo, asesorado por IDEAS, controla que la ciudad sigue cumpliendo con los cinco criterios necesarios para lograrlo. Uno de ellos la propia creación de dicho equipo, integrado por la Administración y las organizaciones y empresas del sector, abierto a la incorporación de más actores, como el tejido social o la comunidad educativa. Dicho grupo también desarrolla acciones para fomentar esta alternativa de consumo.

Los otros cuatro criterios para que una ciudad obtenga y conserve el título son la firma de una declaración institucional de apoyo al comercio justo, su fomento y el desarrollo de iniciativas de compra pública ética; la existencia de un mínimo de tiendas y establecimientos de hostelería con oferta de productos de comercio justo, proporcional al número de habitantes; el compromiso con el comercio justo de empresas, organizaciones sociales y centros educativos y universidades de la localidad en sus compras o actividades; y la organización de un mínimo de acciones de sensibilización y comunicación para difundir el comercio justo.

«Al final, se trata de poner el foco sobre la importancia que tiene el tipo de economía y de comercio que queramos promover en nuestra sociedad. Y este título es una garantía de apoyo al comercio justo porque implica a todos los sectores de la ciudad», enfatiza Marta Mangrané.

2.000 ciudades de todo el mundo han logrado ya ser reconocidas con esta distinción, y 18 de ellas están en España. En estos momentos, otros 22 municipios de nuestro país están trabajando para alcanzar los estándares exigidos.