-Medicusmundi y Médicos del Mundo presentaron ayer en las Cortes de Aragón su informe anual sobre cooperación internacional y salud. ¿Qué mensaje quisieron transmitirle a los diputados?

-Pedimos cobertura sanitaria universal para los países en los que cooperamos, pero también aquí. No se trata de cuánto cuesta tratar a un enfermo. Se trata de si el acceso a la salud es un derecho o no. En julio se aprobó un decreto ley que acababa con la norma del año 2012 que restringía el acceso a la sanidad en España a las personas en situación irregular. Pero, en Aragón, la instrucción para aplicarlo ha sido más restrictiva que la que se elaboró en el 2015. Con la anterior instrucción, bastaba con un informe de un trabajador social de una institución pública o privada (como una oenegé) para acceder a la sanidad. Ahora han quedado sin cobertura los ascendientes reagrupados -los progenitores- de los inmigrantes, que deben contratar seguros privados y, al ser mayores, les salen muy caros pese a tener pocas coberturas. También excluye a las personas recién llegadas, ya que hay que llevar al menos tres meses empadronado para acceder a la sanidad; y a algunos ciudadanos comunitarios de países como Rumanía. Muchos de ellos llegan sin haberse inscrito en un registro europeo que da derecho a acceder a servicios como los sanitarios en otros países de la Unión.

-Y en materia de cooperación internacional, ¿qué le pidieron ayer a los partidos aragoneses?

-También les pedimos a los diputados que reorienten sus políticas para alcanzar el 0,7% del presupuesto dedicado a cooperación, cifra de la que estamos muy lejos, y que, de ese dinero, entre el 13 y el 15% se dedique a salud, cifra que Aragón supera ya con creces.

-¿Por qué afirma su informe que las inequidades sanitarias, con un alto coste social y económico, son el principal problema al que se enfrenta la salud mundial?

-En los últimos 20 años, a escala global, la esperanza de vida ha mejorado, y muchas enfermedades causan menos muertes, muchas veces por un impulso de la cooperación internacional. Sin embargo, las diferencias en el estado de la salud entre las personas más ricas y las más pobres, aquellas que no se explica por motivos biológicos o genéticos, están creciendo. Por ejemplo, el 99% de la mortalidad materna se da en los países más empobrecidos. Y esto no es porque las mujeres de esos países estén genéticamente peor capacitadas para el parto. Es porque no tiene acceso a los servicios de salud, porque no tienen capacidad de decisión…

-Es decir, que la brecha económica que separa a ricos de pobres conlleva también otra en lo que atañe a su esperanza de vida.

-A esta brecha económica se suma otra social, en la cual entra asimismo la salud. E intentar disminuir esta brecha es uno de los mayores retos que tenemos en el mundo. Cada día mueren 830 mujeres en el parto, y 15.300 niños menores de 5 años. Tenemos los conocimientos y la tecnología para acabar con la mayoría de estas muertes y, sin embargo, no lo hacemos. Sería distinto si fueran problemas inevitables.

-¿Qué habría que hacer para empezar a darle la vuelta a situación?

-Primero, asumir un incremento de los recursos destinados a la salud, no solo a los sistemas sanitarios, sino a otros factores determinantes. Si en un pueblo no hay agua potable, es mucho más importante contar con una fuente que con un médico que durante toda la vida esté dando tratamientos contra las enfermedades que provoca su falta. Y más barato. También en el ámbito de la salud hay que tener una visión mucho más global y ver cómo se interrelaciona con otros factores como la economía, la protección social, el agua, la nutrición… Y trabajar sobre todos ellos de forma conjunta, con recursos suficientes, de un modo multidimensional y con una planificación global. En cooperación debemos trabajar fortaleciendo los sistemas públicos de salud, sobre todo reforzando la atención primaria, ya que soluciona la mayor parte de los problemas. Las políticas que se basan en la evidencia científica son las que dan buenos resultados.

-En su informe, le dan al Gobierno de Aragón una de cal y otra de arena. ¿Aprueba o suspende la asignatura de la cooperación internacional?

-Creemos que Aragón puede hacer más. En el 2009 triplicaba los fondos dedicados a cooperación en el 2017, año al que corresponden los datos del informe, ya que este se basa en el dinero desembolsado, no en el presupuestado, y por eso trabajamos con las cifras de los ejercicios ya cerrados. También es cierto que cuando revisemos los datos del 2018 esperamos ver un cambio importante, pero aún así no pasará de la mitad de lo ejecutado en el 2009. Nos queda mucho camino por recorrer.

-¿Y esto, a pesar de que hubo un incremento del 13% con respecto al 2016?

-Pero aún así Aragón dedicó a cooperación solo 2 euros por habitante, lo que le coloca en el puesto 10 de 17 entre todas las comunidades autónomas, frente a los más de 24 que destinó el País Vasco.

-Sin embargo, sí que valoran como positivo el porcentaje que Aragón dedicó a salud.

-Sí, un 19% del total de la ayuda, frente al 13% de media del conjunto de donantes. En este análisis, Aragón pasa a ser la tercera comunidad autónoma que mayor porcentaje destina a cooperación en salud, porque le da prioridad.

-¿Cómo valoran que el 10% de este presupuesto se destine a ayuda humanitaria?

-Aragón es una de las pocas comunidades que se ajusta a esa cifra, acordada por los principales actores de la cooperación española, igual que se fijó la del 0,7%. Pese a que la cantidad que Aragón destina a cooperación nos parece insuficiente, consideramos que ese dinero está muy bien distribuido.

-En el conjunto del Estado, ¿se empieza a notar el fin de la crisis en los presupuestos de cooperación internacional?

-Con la crisis, la cooperación pasó a ser una política prescindible para el Estado, las comunidades y los ayuntamientos. Las cifras del 2017 nos dicen que la tendencia es hacia la recuperación. Pero, aún así, España solo le dedicó el 0,19% de su renta bruta, cuando la media de la Unión Europea es del 0,49%. Estamos alejadísimos de nuestros vecinos. Es como si en medio de una carrera hubiéramos parado a beber agua. Ahora toca correr más.