El banco de alimentos de Essen (oeste de Alemania) ha optado por mantener su polémica decisión de no recibir nuevos beneficiarios extranjeros, pese a las críticas registradas en todo el país, a las que se ha sumado la canciller, Angela Merkel.

El director del banco de alimentos, Jörg Sartor, había defendido la decisión explicando que en el momento en que se tomó el 75% de los beneficiarios eran extranjeros. Además, aseguró que la presencia de muchos hombres jóvenes extranjeros en los centros de reparto había hecho que beneficiarios alemanes, sobre todo entre madres solteras y personas mayores, se sintieran cohibidos.

En las próximas dos semanas, según dijo ayer Sartor, se creará una mesa redonda para reflexionar sobre cómo se hará en el futuro el reparto de comida, pero se mantendrá la idea de dar prioridad a personas mayores y a familias con hijos menores de edad.

La decisión de la organización generó un gran debate en el país cuando se conoció la semana pasada, y el lunes se sumó Merkel, quien consideró en una entrevista en televisión que no se debía hacer ese tipo de divisiones entre alemanes y extranjeros cuando se trataba de ayudar a personas necesitadas.

El banco de alimentos ha sido objetivo de reacciones airadas y algunos de sus vehículos han aparecido con pintadas en las que acusaba a los gestores de «nazis».

El presidente de la Confederación de Bancos de Alimentos en Alemania, Jochen Bruhl, expresó su comprensión por la decisión tomada por Essen, aunque opinó que se ha equivocado, probablemente al encontrarse en una situación de desesperación.