Bolivia acaba de aprobar una iniciativa que Unicef considera «única en Sudamérica»: un decreto que obliga a los funcionarios del país a pasar un curso de prevención de la violencia contra la mujer que ayudará a luchar contra una lacra que afecta también a la infancia y la adolescencia.

La responsable de protección del Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) en Bolivia, Virginia Pérez, alabó una medida que supondrá «una campaña intensiva de sensibilización en todo el país» y que puede servir de modelo para otras naciones.

«Es una iniciativa maravillosa, única en Sudamérica, para todos los funcionarios y miembros de empresas que trabajen en el sector publico, a toda la policía y el ejército» y que aunque «no va a hacer desaparecer la violencia, si va a permitir llegar a muchas personas» que no estaban involucradas. Pérez estimó que harán el curso «entre 500.000 y 800.000 adultos, en un país de 5 millones, lo que es una cifra enorme».

El decreto emitido la semana pasada tiene «una connotación particular»: «Nos consultaron y se decidió no trabajar tanto el aspecto normativo como la conciencia social, los roles de género, las masculinidades tóxicas, empezar a crear autoconciencia». Pérez destacó la esfuerzo del Gobierno boliviano en esta materia, con otras medidas como la creación del Servicio Plurinacional de la Mujer y la Despatriarcalización y la implantación de programas en las escuelas. Es «un buen momento» para que Unicef desarrolle su labor en Bolivia, dijo.

La principal razón de este impulso es que «la violencia contra las mujeres y los niños es la gran deuda pendiente», sobre todo «tras los avances en materia de seguridad ciudadana, que han llevado a Bolivia a pasar en solo un año de ser el quinto al segundo país más seguro de Sudamérica». Sin embargo, se trata del país de la región «con el índice más alto» de violencia contra la niñez y de género, que es fundamentalmente intrafamiliar, con tres de cuatro menores víctimas. Bolivia es el décimo país con mayor número de feminicidios del mundo.

«Las razones son muchas», a juicio de Pérez, que habla de una cultura machista, las migraciones, el embarazo adolescente o la desestructuración familiar, porque «perpetúan el círculo de pobreza» que es el caldo de cultivo. Para la jefa de protección de Unicef, se trata de «romper el círculo de la violencia» y su «transmisión generacional».