Aprender a vivir en sociedades diversas es un reto global. Prevenir la segregación, la discriminación y el racismo es clave para la construcción de sociedades inclusivas y justas. Solo hay que mirar a la historia para constatar que los procesos de polarización social y el aumento de los discursos de odio tienen consecuencias catastróficas. Pero, por desgracia, estos procesos van en aumento en todo el mundo.

Los rumores, los prejuicios y los bulos, que hoy cuentan con un potente altavoz en las redes sociales, son el caldo de cultivo de los discursos demagógicos y xenófobos que han proliferado en los últimos años. Crean barreras entre un nosotros y un ellos, definidos en términos étnicos, nacionales, culturales, económicos o religiosos. Y, a menudo, estos relatos encuentran el apoyo de ciudadanos que se sienten desprotegidos y desconcertados en un mundo donde la globalización, las desigualdades, o la velocidad de los cambios generan ansiedad e incertidumbre.

Ante esta realidad, discursos simplistas identifican y culpan a los otros, a los diferentes, de los problemas sociales y económicos. Algunos de estos grupos (refugiados, inmigrantes, musulmanes, gitanos...) se ven convertidos en sujetos de discursos del miedo. Y esta estigmatización basada en los prejuicios afecta a la convivencia.

Por ello, en el año 2014, el Ayuntamiento de Zaragoza, creó la estrategia Zaragoza Antirrumores. «Desde el principio creímos que tenía que tener una base social importante. Por eso constituimos un grupo motor con la Fundación Federico Ozanam y SOS Racismo», expone Susana Hernando, técnico sociocultural de la Casa de las Culturas, organismo impulsor de la misma. Después se han unido la Fundación Secretariado Gitano y la asociación de estudiantes Colectivo Saharaui Lefrig.

El objetivo de esta estrategia es fortalecer la convivencia intercultural, promoviendo una comunicación positiva sobre la diversidad, contrarrestando los rumores que deterioran la convivencia. «La idea surgió ya en el 2010, en los peores años de la crisis. Nos preocupaba que la percepción de la población autóctona sobre la inmigrante empeoraba y que brotaban afirmaciones falsas que escuchábamos en cualquier lado, desde el autobús hasta los medios de comunicación», agrega.

Ejemplos habituales de esos bulos sobre la inmigración son afirmaciones como que los chinos están exentos de pagar impuesto si abren un comercio, que a los marroquís les dan pisos gratis o que a las madres musulmanas les pagan el carrito del bebé y a las españolas no.

Lógicamente, ninguna ayuda pública puede estar condicionada por la nacionalidad. «Lo que rige es la situación económica. Acceden las personas más vulnerables», que muchas veces son extranjeras, «y los inmigrantes irregulares solo pueden optar a las ayudas de urgencia», puntualiza Mariel Freidkes, técnico comunitaria de la Fundación Federico Ozanam.

En estos cuatro años de estrategia se ha capacitado a personas como agentes antirrumores, se han creado herramientas didácticas para una educación crítica y se han hecho campañas y jornadas. Ahora, con el objetivo de hacer partícipe a la sociedad zaragozana y a entidades de todos los ámbitos y sectores sociales, se está impulsando la Alianza Antirrumores de Zaragoza. Un total de 57 organizaciones se han adherido ya, y entre ellas se cuentan asociaciones de inmigrantes, partidos, sindicatos, colegios profesionales, asociaciones vecinales, juveniles, educativas y de consumidores, oenegés y centros de salud.

Por medio de esta alianza se quiere fomentar la creación de espacios libres de rumores en lugares como centros de trabajo, sedes sociales o recursos públicos y privados. Se los pretende convertir en espacios en los que se realice un compromiso proactivo para fomentar una sana comunicación positiva sobre la diversidad social, étnica y cultural.