La situación generada por la pandemia ha sacado a la luz la realidad de muchas personas sin hogar o que habitan en infraviviendas poco saludables para vivir con cierta seguridad, para quienes es una utopía poder adoptar las medidas de prevención decretadas por las administraciones. En este nuevo contexto «la vivienda se ha convertido en la primera línea de defensa frente al coronavirus», afirma Leilani Farha, relatora de Naciones Unidas para una vivienda adecuada.

El pasado domingo fue el Día de las Personas sin Hogar, y Cáritas Diocesana de Huesca convocó una concentración el pasado jueves en la plaza Navarra de la capital oscense para recordar que vivir sin hogar es mucho más que estar sin techo, y que la vivienda es un derecho reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en la Constitución española. Una decena de personas mostró carteles con mensajes como «estoy tan cerca que no me ves», «ponle cara» o «no tener casa mata».

La entidad social ha lanzado en redes unos vídeos que comparan la situación actual de las personas sin hogar y de la infravivienda con la de hace un año. «No hemos encontrado avances», apunta Jaime Esparrach, secretario general de Cáritas Diocesana de Huesca, por lo que «pedimos a las administraciones que promuevan políticas que permiten acceder de forma segura a la vivienda como, por ejemplo, promoción del alquiler social o de la vivienda protegida. No olvidamos que durante el confinamiento se llevaron a cabo iniciativas temporales para proteger a las personas sin hogar, pero solo son parches, no soluciones».

En España, alrededor de 2,1 millones de personas sufren situaciones de inseguridad en la vivienda, según se extrae del VIII Informe Foessa sobre Exclusión y Desarrollo Social en España. Y, a consecuencia de la crisis del covid-19, más de 700.000 personas acompañadas por Cáritas no pueden hacer frente a los pagos de las hipotecas o los alquileres, lo que aumenta el riesgo de desahucio. Un 66% de los hogares vive en régimen de alquiler, mientras que un 16,8% lo hace en una vivienda de su propiedad, casi la mitad de ellas con un préstamo pendiente.